Después de ver El viaje de Arlo salí de la sala de cine con cierto conflicto interno en mi corazón de crítico, sin embargo lo hice también con una sonrisa junto al resto de espectadores. Mi pequeña de 2 años había empatizado con los protagonistas que se comunicaban aullando, algo que le gustó tanto que empezó a aullar ella también, haciendo que la lacrimógena escena final tuviera ese toque divertido que ninguna película de animación debería dejar de ofrecer.
Seguí debatiendo con más gente mis pareceres con la película mientras, sin darme cuenta, la pequeña cinéfila seguía aullando por casa, pidiendo una y otra vez ver el tráiler de El Viaje de Arlo en YouTube, con todas sus versiones y en todos los idiomas posibles. Al final, obviamente, Papá Noel le trajo a Arlo de peluche y juntos duermen después de darse las buenas noches aullando. Y entonces lo entendí. El viaje de Arlo no es una película hecha para mí, aunque me entretenga con ella, es una película para los más pequeños. Y a ellos les encanta.
De esta forma comprobé (no sé si debía haberlo sabido antes) que Pixar realiza dos tipos de películas. Aquellas destinadas a la audiencia más joven, pero con una calidad gráfica cada vez mayor y aquellas con una argumentación más compleja que, si bien puede servir de entretenimiento para los pequeños, somos los mayores quienes exprimimos todo su potencial. El viaje de Arlo está en la primera categoría.
Dinosaurios Sapiens
Arlo, el protagonista, es un pequeño dinosaurio que crece en un mundo alternativo en el que el supuesto meteorito nunca acabó con esta especie animal. Los dinosaurios dominaban la Tierra y el resto de animales, incluidos los seres humanos, no han desarrollado ningún tipo de raciocinio al menos no como ellos. De esta forma, los dinosaurios crían pollos, cuidan de sus huertos o ahuyentan a los humanos que les intentan robar la comida.
«Sin darme cuenta, la pequeña cinéfila seguía aullando por casa, pidiendo una y otra vez ver el tráiler de El Viaje de Arlo»
Tragedia por medio, predecible desde el segundo 1, Arlo se pierde y tiene que encontrar el regreso a casa. Un pequeño niño salvaje, al que llamará por casualidad Spot, le acompañará durante el trayecto, ya que parece que está sólo en el mundo.
Este argumento, tan simple y repetido en historias anteriores, es sólo la base de algo muchísimo más grande, que no entendí en su totalidad hasta que vi el fuerte impacto que provoca en los pequeños espectadores.
Pixar se supera, una vez más
Algo que sí note desde la primera escena y que he visto comentar por otros compañeros del sector es la belleza casi realista de la imagen gráfica que Pixar ha desarrollado. Supera absolutamente todas y cada una de las películas anteriores, con un fotorrealismo sin precedentes, un brillo en los paisajes y unos colores tan naturales que parece una nueva técnica de grabación que mezcle animación con imagen real, esta vez de forma efectiva.
Los protagonistas, por el contrario, han sido animados incluso con cierto estilo cartoon, pero de una belleza perfecta, en la que casi es posible deleitarse en cada centímetro de sus gigantescas pieles de dinosaurio, destacando como es lógico en Arlo. Digo «casi» porque la velocidad de movimiento es una constante en cada escena. Algo que entendí más tarde que servía para mantener el interés constante de un perfil de espectador que es capaz de entretenerse con una palomita como si fuera la mayor atracción del Universo. Es decir, los pequeñajos.
Para ellos han creado escenas en las que se simplifican conceptos de la vida misma. La búsqueda y obtención de comida, caerse y como consecuencia hacerse daño, la protección de papá y mamá… Con unas pocas pinceladas de diálogos, los más pequeños entienden casi toda la película. Ayuda, por descontado, la personalidad de los protagonistas, en su totalidad buenos o malos, con la característica de que Pixar ha asociado la maldad con la locura, como si quisiese transmitirles que nadie en su sano juicio se volvería malo.
Humor y música en segundo plano
Escenas graciosas las hay. Una o dos y son bastante buenas. Pero la belleza visual a la que se somete a los espectadores, tiene más fuerza que todos los gags juntos, por no hablar del resto de escenas en las que se entremezcla aventura y drama en grandes cantidades, con una pizca de acción.
«…Belleza casi realista de la imagen gráfica que Pixar ha desarrollado»
La banda sonora de El viaje de Arlo es emotiva. No es épica ni grandiosa, sino un acompañamiento en equilibrio perfecto, que sirve para potenciar las escenas de mayor fuerza narrativa visual. La carrera por el campo de luciérnagas o el enfrentamiento final con catarata de por medio son dos de los momentos donde la banda sonora instrumental más protagonismo acapara.
En definitiva, El viaje de Arlo no te va a entusiasmar. No será tu película favorita desde el punto de vista cinematográfico, ni tu preferida de Pixar. Puede que tardes años en encontrar un film de una calidad visual similar, pero no te llamará la atención lo suficiente como para volverla a ver. Sin embargo, la verás una y otra vez, en cuanto salga en DVD o Blu-Ray. Exactamente lo harás cada vez que tu pequeña o tu pequeño te diga «Dino-Adlo», seguido de un aullido. Porque a ella o a él sí le habrá encantado. Más todavía si ha sido su primera película.
Crítica dedicada a Ali Jr.