Exodus

Ridley Scott afirmó hace poco que la aventura de preparar una segunda parte para Blade Runner debería esperar, o quizás, guardarse en un cajón para siempre. Nosotros esperamos que así sea, pues ha llovido muchísimo cinematográficamente desde entonces y Ridley no da señales de afianzar ese brillante potencial que auguraban sus primeros films allá por los años ochenta. El director tomó el camino de vender su don a proyectos destinados a llenar las salas, a arrastrar a muchos pero no encantar a nadie. Un director con destellos de genio a los mandos de guiones medianos. “Exodus: Dioses y reyes” es la versión 2.0 de un clásico que no hacía falta revestir con el traje de un cine moderno en el que prima más el como, que la historia en si, pero puestos a efectuar el sacrilegio Ridley Scott aparece como una de las opciones más fiables para conseguir el objetivo.

El dominio de la escena es excelente, pero lo que ocurre en ella flojea. El envoltorio –maravilloso- no puede tapar la falta de fuerza de un epopeya fallida, se compare o no, con la magnífica versión de Cecil B. DeMille.

Exodus: Dioses y reyes
Exodus: Dioses y reyes

Exodus ofrece un despliegue técnico a la altura del proyecto, la realización resulta espectacular, especialmente si la disfrutamos en 3d. Técnicamente se la podría considerar impecable, pero es algo que tratándose del proyecto que es, entendemos que venía garantizado con el precio de la entrada (pese a que la lista de falsas promesas en este apartado es extensa). También es cierto que pese a tener este dominio de las nuevas tecnologías, Exodus no cae en el error de exprimir en exceso todos esos recursos modernos hasta la saturación; cuando tiene que impresionar visualmente lo hace y cuando no es necesario se abstiene de realizar tiros al aire.

Su mayor problema radica en un guión modernizado que se aleja de la construcción profunda de personajes y la falta de garra en momentos clave, y termina por restarse una épica vital para el desarrollo satisfactorio de la película.

Pese a estos agravios, la película tiene un arranque muy positivo, ofreciendo en sus primeros treinta minutos un despliegue de medios excelente puestos al servicio de la historia, brindando al espectador una sensación de inmersión total en el viejo Egipto. Christian Bale sigue destacando como uno de los mejores actores de su generación y transmite una gran seguridad en el papel de Moisés, pero por el contrario y según vamos acercándonos a la hora de película, vemos a un Ramsés ( Joel Edgerton) fuera de lugar, con una actuación monotemática que sirve como ejemplo de los defectos de la cinta; ni garra, ni sentido de grandilocuencia, ni nada demasiado destacable.

Dentro del reparto cabría destacar las apariciones de Aaron Paul, Sigourney Weaver o Ben Kingsley, pero para los fans que acudan a ver estos nombres en la gran pantalla nuestra recomendación es que se esperen a la versión DVD y los busquen entre los extras, ya que sus apariciones en la película son tan escasas como poco exigidas. María Valverde por el contrario, se defiende con soltura en esta superproducción y su personaje tiene un recorrido importante dentro de la historia, especialmente si tenemos en cuenta que todo rol secundario tiene un espacio vital tremendamente limitado.

Exodus: Dioses y reyes
Exodus: Dioses y reyes

Llegados a los sesenta minutos la película ya ha mostrado todas sus cartas –tanto buenas como malas- y se mantiene fiel a éstas hasta el final bajo un montaje fluido, que si bien parece corretear por algunas secuencias que demandan un mayor recorrido, termina otorgando un ritmo liviano al conjunto de la historia que se agradece ya que minimiza los puntos más débiles del guión. Ya que nadie va a profundizar en el fondo de los personajes, no hace falta detenernos demasiado en ellos. Y ya que el duelo Moisés – Ramsés se antoja en la historia tan desigual como el de los propios Bale – Edgerton, la aparición de Dios –presentado como una visión de Moisés en la figura de un niño – y las plagas con las que éste azota al pueblo egipcio, resultan un buen momento para coger aire y poner de nuevo la tecnología al servicio de la historia.

La película llega a su desenlace sin aborrecer, especialmente, si uno ha conseguido olvidar el trabajo de quienes llevaron a cabo la primera versión en 1956 y toma consciencia de en que tiempos nos encontramos y que propuestas obtienen el presupuesto necesario para realizar este tipo de megaproyectos.

El desenlace se presenta con un ritmo in crescendo, abandonando definitivamente el fondo de cartón de los personajes y mostrando una batería de secuencias bélicas entre ambos bandos, donde Scott sigue demostrando sus mejores cualidades cuando la acción, y solo la acción, es la encargada de mover la historia.

Exodus: Dioses y reyes, se aleja del cine clásico para mostrar una versión “adecuada” a nuestros tiempos, integrando el relato dentro de las nuevas formas de narración de una forma deliberada, sumándole espectacularidad y ritmo a sus acciones. A cambio, sacrifica toda profundidad de personajes y aquella valiosa carga política e histórica de antaño, para terminar cumpliendo con su intención de transgredir un clásico épico y convertirlo en una gran producción del entretenimiento.

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