Errol Flynn, la estrella de Hollywood especializada en películas de capa y espada y notorio mujeriego, vivió siempre despreciando los convencionalismos, sobre todo en sus últimos años cuando, empapado en vodka y reacio a encarar su decadencia, emprendió una aventura con Beverly Aadland, una ambiciosa actriz menor de edad. Tuvieron un vertiginoso romance que les llevó a recorrer el mundo y Florence, la madre de la joven, una mujer obsesionada por la fama, permitió sin ninguna reticencia. Estos devaneos llegaron a su fin en octubre de 1959, cuando los acontecimientos forzaron a hacer pública la relación y esto provocó una avalancha de publicidad negativa que abrumó a Beverly y a su madre, y que simplemente alimentó la necesidad de Florence de ser el foco de atención. La última aventura de Robin Hood es una historia sobre el deseo de fama y el precio que hay que pagar a cambio.