After Dark propone una aventura imaginativa hacia diferentes apocalipsis alternativos, un ejercicio audiovisual y narrativo interesante para todos los amantes de historias basadas en debacles de proporciones planetarias.
El profesor de filosofía Mr. Zimit (James D’Arcy) exige el máximo de sus alumnos para exprimir todo lo posible su mente y que con ello consigan adentrarse en la complicada red de la filosofía. El último día de curso propone a sus alumnos un ejercicio singular: Deberán plantearse un apocalipsis en el que la Tierra está a punto de sufrir varios ataques nucleares. Los alumnos sacarán por sorteo una papeleta que desvele profesiones y aptitudes de cada uno de ellos y, en base a ellas, escogerán qué supervivientes se quedan en un búnker durante el periodo de 12 meses. El resto, perecerá en el apocalipsis. Los que se salvan tendrán que convivir un año entero antes de poder salir al exterior.
Con el fin de que el ejercicio sea más ameno para el espectador, el apocalipsis y todas sus escenas son representadas como si las estuvieran viviendo en la realidad y, además, se formulará en 3 planteamientos cortos que añaden variedad al conjunto: un apocalipsis en medio de Yakarta, un apocalipsis en medio del desierto y un apocalipsis en una isla desierta.
La propuesta, sin embargo, tiene un doble filo y es que, si bien la imaginación puede ser infinita, no afecta a la realidad transmitida desde la clase de alumnos de filosofía, por tanto en el espectador nunca llega a calar la sensación real cuando alguien es asesinado, muere por una explosión, sufre cualquier tipo de crisis o plasma su angustia por la situación.
Pese a ello, quienes gusten de ver apocalipsis y búnkeres con gente atrapada dentro, tendrá ración de sobra con las 3 historias. Todas ellas plantean dilemas morales como posibles formas de salir al exterior, cómo perpetuar la raza humana, qué hacer durante 12 meses en un espacio pequeño y, lo más importante, quién entra y quién se queda fuera del búnker.
Ilógico sería analizar con racionalidad las decisiones de los alumnos ya que la filosofía precisamente plantea debates diferentes según cada persona, así que se consideren más acertadas o no, las decisiones simplemente plantean posibles rutas alternativas a una situación extrema de supervivencia.
Las actuaciones son bastante comedidas al tratarse de adolescentes, aunque podría exigirse más de un profesor con cierta falta de seguridad en sí mismo y falta de imposición en la clase, como transmite James D’Arcy. Además, la historia paralela entre una pareja de alumnos (Sophie Lowe y Rhys Wakefield) y el profesor, que sucede en la realidad, no es perfectamente justificable ante este ejercicio de raciocinio ni termina por cerrar un metraje algo flojo narrativamente.
Quizás por casualidad, el director John Huddles tenía el éxito en las manos, pero lo dejó escapar. Hacia final de la película, uno de los alumnos plantea una historia dentro de la propia historia, en la que él era protagonista y vencedor de la misma. El planteamiento es interesante y divertido, lo que hace adivinar que una antología de historias apocalípticas habría disfrutado de un mejor resultado que una sucesión de 3 historias cortas con una base de planteamiento y transcurso demasiado parecida entre ellas.
Técnicamente After Dark es preciosa, tanto en fotografía como en su atractiva banda sonora. A ello se suman efectos especiales más que notables, que incluyen bombas nucleares, disparos a cuerpos humanos, descomposición física ante la exposición de radiación, etc.
Si obviamos el descafeinado y alargado en exceso final, After the Dark plantea una cuestión filosófica interesante y, cinematográficamente hablando, si el espectador rememora el último tercio de la película, puede debatir junto a otras personas qué haría, a quién escogería y cómo intentaría sobrevivir a un Apocalipsis real.
Imágenes: After the Dark en Facebook