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Jaume Balagueró vuelve a tomar las riendas de su bicho en el momento oportuno, manteniendo gran parte de los elementos que han encumbrado a la saga y desechando aquellos frentes que se abrían o exprimían en las dos secuelas anteriores. REC4 es la película más clasicista de la saga, un producto palomitero con todo lo bueno y lo malo que eso significa. Esta vez no se experimenta con nada, el conocimiento del género y una dirección sólida son suficientes para dar un acertado paso atrás en la búsqueda de la re-invención y ofrecer un producto en el que todo encaja, como ya ha encajado en otras tantas ocasiones.

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La película se inicia en el ya mítico edificio que diera origen al monstruo,  mostrando el rescate de la periodista Ángela (M.Velasco) a manos del policía Guzmá (Paco Manzanedo). Ésta será la pareja por la que transitará la historia, dando una gran dosis de protagonismo al policía hasta que Ángela se agote de ser comparsa y gane el terreno perdido en el mejor momento de la cinta. La dualidad en el protagonismo tiene la mejor de las intenciones y funciona perfectamente, ya que los dos actores se muestran correctos, pero no excesivamente brillantes, así que el reparto de tareas es una baza que juega muy a favor de todos. La mayor veracidad del casting se encuentra en varios personajes secundarios que aceptan su rol de acompañamiento. A destacar el capitán del buque por encima del cocinero, el jefe de máquinas y el operador de radio que salen bien parados cuando la secuencia no recae totalmente sobre sus hombros.

Tras el link a REC2 en el que se rescata a la periodista, la película echa a andar en el nuevo escenario que nos plantea Jaume Balagueró, un buque, espacio recurrente en el género que encierra una vez más a los protagonistas en un entorno delimitado, oscuro, un laberinto de puertas de metal por el que correr, esconderse, sangrar y gritar (quizás algo menos de lo esperado por los fans de la casquería). Ángela, Guzmá y el compañero de éste, están siendo retenidos por un grupo militar que custodia a los científicos que se encuentran a bordo con el objetivo de encontrar una cura del virus. También se incluye en el reparto a un personaje de la película de Paco Plaza; una abuela -única superviviente del envite de REC3- que se suma a la fiesta como la encargada de dar las pinceladas de humor que toda película necesita a modo de running gag -algo estirado- durante los primeros compases. Los mal pensados quizás entiendan que no se podía sacar otra cosa de REC3 …

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En el primer acto palpamos la tensión y esperamos ansiosos a que el peligro que se esconde en el laboratorio acabe correteando por la cubierta. Ángela permanece en segundo plano esperando su momento, y éste se inicia en el momento en que el virus escapa del control de los científicos y empieza a propagarse por el buque. Llegar hasta este punto toma más tiempo del deseado, pero es ahí donde abandonamos los diálogos explicativos y REC4 pone la carne –de mono- en el asador y a Manuela Velasco en el centro de la pantalla. Hora de agarrar las palomitas y disfrutar del show.

[REC]4 Apocalipsis
[REC]4 Apocalipsis

Es en el correcalle que efectúa Balagueró por las interioridades del buque donde todo gana intensidad, abandonando la dirección excesivamente esquizoide de otras entregas para relatar la caza y captura con el estilo más académico de la franquicia. A falta de una gran cantidad de sustos, Balagueró se apoya en el montaje de Guillermo de la Cal para dar un ritmo trepidante que no permite al espectador aflojar su atención ni un instante. La tensión esta vez se transmite por la intensidad de lo que vemos y no tanto por los temores que podamos vislumbrar en el horizonte.

REC4 se convierte en aquello que muchos esperaron encontrarse al acudir a ver la primera entrega, y que tanto sorprendió con agrado que no ofreciera. Por eso, algunos podrían entender esta enfoque centrado en los convencionalismos del género como un tropiezo en la capacidad de re-invención que ha perseguido a cada secuela, pero lejos de ser un paso en falso –como REC3- o una repetición– como REC2-  en esta ocasión se re-inventa la saga ubicándola donde se esperaba encontrarla el primer día, en una buena película de género al uso. Sin más. Sin menos.

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Balagueró arranca pausado, coge ritmo en el momento justo y ofrece un desenlace a la altura de la franquicia. Defiende el survivor puro y duro por encima de todo, limando ligeramente los aspectos más chirriantes del género pero enfatizando en aquellos que han terminado por llenar las salas, especialmente de jóvenes americanos en los años noventa. REC4 no pretende ni maravillar, ni buscar una vuelta de tuerca, es la película más convencional de la franquicia y sus objetivos se ven cumplidos; entretener, reconducir a la bicha y darle un final a la altura.

Cabeza cuadrada en casa y algo más panorámica en salas. De Rosebud a Redrum pasando por monolitos al grito de Yippie ki-yay.

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