Nueva entrega de Transformers en la que cambia la banda sonora, el reparto de actores y, sorprendentemente, casi todo el estilo de Michael Bay a nivel narrativo. Estamos ante una nueva era, una evolución de uno de los directores con mayor acierto en espectacularidad y rentabilidad de todo Hollywood.
Apenas dos breves escenas nos alejan de las ciudades norteamericanas y los conflictos armamentísticos entre Autobots, Decepticons y humanos. Nos movemos a Texas, con granjas enormes, el Sol decayendo en el horizonte y una estrella fugaz en el firmamento. Aquí todo es tranquilo, pese a la tensión de Cade Yeager (Mark Wahrlberg), un inventor cutre a punto de perder la casa; su hija Tess (Nicola Peltz), sobreprotegida hasta que finalice el Instituto; y T.J. Miller (Lucas Flannery), de valores nobles y mentalidad limitada.
Su cruce con un Transformer desembocará en un espectáculo firmado por Michael Bay con tiroteos, persecuciones, explosiones, muchos gritos y novedades importantes. Entre éstas tenemos a un nuevo enemigo, una nueva tecnología y un nuevo estilo narrativo, mucho más oscuro y en el que se rompe con muchos esquemas de las anteriores películas.
En primer lugar, en Transformers: La era de la Extinción el humor es diferente, nada de chistes fáciles ni personajes irrisorios. Por otro lado se elimina el brillo de esperanza en cada toma. Es la primera vez que sufro viendo una película de Transformers. En tan sólo 20 minutos mueren dos importantes integrantes de la historia. Nadie está a salvo. Ni humanos, ni autobots, ni extras añadidos. Si, inevitablemente, realizamos la comparación con las entregas anteriores, Michael Bay nunca había matado a ninguno de sus protagonistas y apenas un Autobot importante por film era destruido.
La historia es, efectivamente, oscura y tenebrosa, casi dramática. Los humanos están buscando la tecnología que forma parte de los Transformers, denominada por ellos transformio, para crear sus propias máquinas de guerra. Para ello están siendo ayudados por un alienígena similar denominado Lockdown, que busca capturar a Optimus Prime.
Casi 1 hora de sobrecogedora persecución después, nuestros queridos héroes entrarán en acción como saben hacerlo, destruyendo todo a su paso, atacando por primera vez a los humanos que han ido tras ellos y enfrentándose a los nuevos enemigos como Galvatrón y compañía.
Sin embargo, de nuevo vemos un estilo diferente en Michael Bay. Los Transformers se mueven algo más lento, lo que suma al realismo y espectacularidad ya mostrado en todas las películas anteriores de la saga. Sin embargo, el enemigo es veloz, casi imparable y prácticamente imbatible. Es la segunda parte del film y tenemos naves alienígenas, seres horripilantes y un patente terror de cierto estilo noventero, en el que los humanos tienen mayor protagonismo que las 3 anteriores películas juntas. Y de forma acertada. Wahrlberg y su personaje se comen la pantalla conforme avanza el metraje. El actor tiene carisma y talento a partes iguales y esto se nota en cada toma. Su compañero, Jack Reynor, no se queda atrás, pese a que su personaje está bastante más limitado. Tess es la típica acompañante femenina que Michael Bay integra en cada una de sus películas. Sin embargo, su personalidad representada tiene bastante más afinidad que ningún otro personaje femenino presentado hasta la fecha.
Cuando la tensión parece llegar al límite en una persecución entre humanos manejando naves espaciales, perros guardianes robots y violentos Transformers llenos de odio contra alienígenas, Michael Bay nos da un espectacular giro hacia una tercera parte del film apoteósica. Nos vamos a Shangái.
Nuevos escenarios, nuevos aliados y a saber la plantilla de jugadores en el terreno: humanos protagonistas, algunos redención mediante y otros verdaderos asesinos; Galvatrón y 50 soldados con tecnología Transformer; 5 Autobots entre los que destacamos a Bumblebee más poderoso que nunca y Hound con un arsenal de armas casi ilimitado; y 4 Dinobots de un tamaño unas 5 veces mayor que Optimus Prime. Comienza el verdadero espectáculo Michael Bay.
Estar casi 2 horas con el pecho retumbando por cada explosión y los ojos derritiéndose en un colorido espectáculo en tierras asiáticas es una oda a los sentidos, un paraíso para los fans de Transformers y un blockbuster en toda regla que Michael Bay nos ofrece sin compasión ni freno.
Todo ello con un broche final en una batalla épica a tres bandas, superior a ninguna otra que Transformers haya podido ofrecernos.
En definitiva, la denominada Transformers: La era de la Extinción, desde luego extingue la estela de las anteriores películas y crea un nuevo estilo muy superior a todo lo visto anteriormente en esta franquicia. Los personajes son más realistas, oscuros a su modo y con un humor algo más limitado que en esta ocasión recae sobre Stanley Tucci. Tampoco podemos obviar la participación de KJelsey Grammer y Titus Welliver como artífices de la conspiración contra los Autobots. Brillantes en cuanto a personalidad y presencia en pantalla.
Obviamente, esto es Transformers. Tampoco esperábamos más que ruido metálico y explosiones. No nos planteamos debates imposibles como qué hace un camión en medio de un cine antiguo, por qué un Transformer tiene pinta de samurái o como es que ahora los Transformer pueden fumar. Eso no es importante, pero sí dejamos una pregunta abierta que esperamos que Michael Bay nos responda en una nueva película de la saga. ¿Quiénes son los llamados Creadores que han puesto precio a la cabeza de Optimus Prime?