La editorial La Factoría de Ideas nos facilitó la obra de Mark Oldfield, Muerte en Madrid (gracias por cierto :P), para poder ver directamente lo que este autor británico tiene que contar acerca de la España de posguerra.
La novela, igual que su trama interna, esconde narrativamente mucho más de lo que a primera vista parece presentar. El argumento oficial nos sitúa en un doble arco temporal narrativo. Por un lado tenemos el año 2009 en el que la detective forense de la Guardia Civil, Ana María Galíndez, investiga el descubrimiento de 15 cadáveres en una fosa común, que están relacionados con los crímenes de la Guerra Civil española.
Por otra parte, la narración también nos lleva a 1953, a una comisaría donde se esconde la policía secreta, liderada por el despiadado comandante Guzmán. Entre sus múltiples misiones de arresto y asesinato, se les cuela una trama relacionada con agentes dominicanos, intereses americanos, traiciones en las más altas esferas y enchufes en el interior de la comisaría.
A modo explicativo hay un tercer arco narrativo que nos lleva directamente a la Guerra Civil, donde asistiremos a una de las muchas persecuciones entre moros y republicanos y que nos servirá de posterior explicación a muchos detalles de la trama completa.
Muerte en Madrid esconde, como decíamos, un gran número de secretos. En primer lugar, la aparente historia narrativa actual no es tan importante finalmente para el lector que, en pocos capítulos, comprende y acoge la inquietante vida de Guzmán como la más atractiva para disfrutar entre líneas. De esta forma, es el futuro el que nos sirve para explicar algunos sucesos del pasado y no al contrario. Es el ir y venir de las investigaciones de Guzmán lo que el lector valorará con especial énfasis en cuanto thriller y tensión, más allá de las cada vez menos interesantes especulaciones y descubrimientos de la agente del siglo XXI.
Es por ello, que el comandante Guzmán nos ha parecido como personaje absolutamente fascinante. Posiblemente se trate del mayor antihéroe de la historia española, con una doble moral acorde sólo a los intereses del propio Guzmán, todo un asesino que encuentra en su cargo de policía secreta la excusa perfecta para dar rienda suelta a sus instintos. Al mismo tiempo, la personalidad y el carácter de Guzmán son atractivos a su manera. Cualquier contestación o frase dicha por este personaje, sorprende al lector. Su forma de pensar es cristalina, alejándose así de los eufemismos de sus compañeros del Régimen, de las insensateces de su querido y psicótico sargento o de las plegarias sin futuro de sus víctimas. Casi todos los personajes que se cruzan con Guzmán reciben su parte de castigo, a veces en forma de disparo en la sien, otras con un cable estrangulado en el cuello y, quien más y quien menos es como mínimo abofeteado e insultado públicamente.
Pero la desagradable apariencia inicial de Guzmán se convierte en afinidad como personaje al momento. El lector sigue con el comandante todas sus teorías de investigación. Unido al sargento, al que rescató de un psiquiátrico y a su asistente, enchufado por casarse con la sobrina de un general, las conversaciones entre los 3 en base a las pruebas encontradas en cada capítulo son lo más similar a una comedia de situación con Mortadelo y Filemón como el sargento y el asistente, y un iracundo Guzmán quejándose de su incompetencia.
Desde luego, estos personajes en la actualidad crearían un efecto de tradición cañí llevada al extremo. Sin embargo, enmarcados en la España de la Posguerra su presencia es casi justificada. Es aquí donde Oldfield combina dos cosas que se le dan de maravilla. Por un lado sus conocimientos como criminólogo y, añadido, su saber popular e histórico de la transición democrática española y del sentimiento de represión vivido en años anteriores.
Los bares, las calles invernales, los paseos públicos y la moral española se representan de forma fidedigna y algo aterradora al saber que esa época existió tal y como el escritor nos la presenta. Con personajes como Guzmán, capaces de liarse a tiros, salir de una reyerta y acudir a un mar a por un brandy y un plato de calamares.
Muerte en Madrid, en librerías desde el 28 de Marzo, es el mejor thriller que hemos tenido el placer de disfrutar en 2014 y toda una novela que no defraudará a amantes del género negro, de cierta acción policial y de investigaciones complejas. Por si fuera poco, el autor indica que ésta es la primera de una serie de libros, en los que de momento desconocemos si se mantendrán algunos personajes. Con el dominio narrativo de Oldfield presentándonos varias líneas temporales a la vez, estamos casi seguros de que sí y expectantes de ver qué más nos puede ofrecer de una España tan terrorífica y atrayente como lo es el propio comandante Guzmán.