He intentado que esta sea una crítica equilibrada, justa y no excesivamente dura. Pero todo no puede ser, y si quiero ser equilibrada y justa, tengo que decir que lo que he visto es una total y completa pérdida de tiempo. No hay peor sensación para un crítico de cine durante el visionado de una película, que desear tener el mando a distancia al lado para poder darle a la tecla de avance rápido.
Una puede pensar que Post Tenebras Lux tiene un arranque algo lento. 6 minutos de niña jugando con perros para introducirnos en ambiente parece claramente un exceso. Lo cierto es que Carlos Reygadas se recrea en cada secuencia, y si bien un plano fijo de una mesa y una puerta al fondo, en el que no ocurre absolutamente nada, puede tener su justificación para lograr un mayor impacto en el espectador de la escena posterior, lo cierto es que cuando ese plano fijo se prolonga demasiado la atención del espectador decae. Con los planos fijos en los que no ocurre nada, igual que con las bromas pesadas, hay que saber parar a tiempo.
Y esa es, por desgracia, la sensación que persiste durante todo el visionado: que no pasa nada. Pero no que no pasa nada para bien como en Mad Men, con una historia que discurre tranquila con un trasfondo que es casi tan importante como la propia historia central. No, eso sería aceptable y no habría provocado las iras de esta humilde crítica de cine. En Post Tenebras Lux no pasa nada, y lo que es peor: las cosas que no pasan encima son una tomadura de pelo para el espectador, desconectadas de la historia principal, completamente ajenas a la trama principal, sin ningún punto de conexión y carentes por completo de interés. Unos chicos en otro país, en un vestuario, preparándose para un partido de fútbol americano. Súper interesante. Dos horas esperando a ver qué maldita relación tienen con el caótico matrimonio de Juan y Natalia, para nada. El autor solo nos ha hecho perder el tiempo con una distracción innecesaria. Minutos y minutos de metraje invertidos en nada. ¿Tan poco interés tiene la historia principal, o tan poco respeto siente por el espectador, que siente que tiene que distraerle con juegos malabares?
Lo mismo ocurre con el uso abusivo, indiscriminado y aparentemente sin criterio de la imagen distorsionada y borrosa simulando una mirada ajena a lo que ocurre: puntualmente puede tener su lógica y es un recurso narrativo legítimo, pero su abuso llega a cansar, aburrir e incluso marear al espectador. Una muestra más del poco respecto que Carlos Reygadas siente por aquellos motivados para ver su película, que se desplazan hasta el cine, pagan la entrada e invierten dos horas de su vida en contemplar su obra.
¿Y qué decir del casting? Personajes y más personajes con apenas de 10 líneas de guión, que aparecen en una escena también desconectada de la trama principal y cuyo único objetivo parece que es reunirles para que digan su frase y no les volvemos a ver. Da la sensación de que le ha ocurrido con el reparto como pasa con las bodas: que tienes que invitar a tanta gente por cortesía, que se te acaba yendo de las manos. Me imagino a la madre del productor ejecutivo diciéndole «a tu prima Mari Pili le buscas un papel, que ella nos invitó a su boda el año pasado; a tu cuñado Damián tienes que darle algún personaje, que se acaba de quedar en el paro; y a tu tía Clotilde me la metes aunque sea a decir dos frases, que el mes que viene es la comunión de su nieta y así nos ahorramos el regalo». Y el productor ejecutivo a su vez presionando al guionista para que les meta en alguna escena, como sea, da igual, a su prima Mari Pili, a su cuñado Damián y a su tía Clotilde.
De hecho, los mejores actores de todo el reparto, los que mejor logran conectar con el espectador y transmitir emociones sinceras, son dos niños de menos de tres años, que junto a Natalia llenan la pantalla con su presencia.
Porque en Post Tenebras Lux la verdadera protagonista es Natalia, ella y su lucha junto a un hombre al que ama pero al que está empezando a odiar, un hombre que es infeliz en su vida, que es la causa de su propia infelicidad, y ante su incapacidad para salir del círculo de amargura en el que vive, no encuentra otra opción que extender esa amargura a los que le rodean. Si para ello es necesario presionar a su mujer para realizar unas prácticas sexuales que aborrece, o incluso llevarla a una sauna francesa donde todo el mundo parece aburrido, lo hará. Y Natalia le seguirá porque le ama, aunque empiece a comprender que del amor al odio hay solo un paso.
En manos de un director de televisión con algunas tablas, las dos horas que dura la película le habrían dado para un piloto de 40 minutos, y aún habría tenido que meter alguna que otra escena de relleno. Y hasta los anuncios de los cortes publicitarios habrían tenido un poquito más de respeto por el espectador.