Vi Old Boy teniendo en mente la consabida frase de “película violenta + Spike Lee”. No me defraudó, pero me dio más de lo que había previsto en un título de estas características y aún me sigo planteando si no fue demasiado.
Old Boy parte de una premisa tipo Saw sin torturas, en la que un hombre alcohólico (Josh Brolin), divorciado, desentendido de su hija de 3 años y a punto de perder su trabajo, es secuestrado y despierta en una habitación parecida a la de un hotel. Cada día le pasan comida asiática por un agujero preparado en la puerta, junto con una botella de Vodka. El hombre tiene plena libertad en la habitación. Puede ver la televisión, utilizar el baño, hacer ejercicio, leer, escribir, dormir… Y así pasan 20 años.
Tras 2 décadas encerrado es liberado sin motivo aparente. Tiene un móvil, un montón de dinero y las cartas escritas a su hija que nunca había podido mandar durante su reclusión. Tras pasarse todo este tiempo mejorando físicamente e imitando las películas de artes marciales asiáticas, se propone conseguir venganza cueste lo que cueste.
En el proceso hay algo que nos gusta muchísimo y otro “algo” que nos sorprende, pero incomoda. Spike Lee ha creado un mundo sórdido y grisáceo, carente de mayor esperanza que la muerte. La presentación de escenas de acción, como prometía, destaca por su alta dosis de violencia, con oleadas realistas de sangre y una coreografía que hace honor a las películas mencionadas venidas de China y Japón y, sin la rapidez propia de Indonesia, mantiene su misma espectacularidad. Sólo por ellas vale la pena la película.
No obstante, la tensión dramática alcanza cotas de tortura psicológica que no todo el mundo (y hablamos de los espectadores) podrá soportar. Las razones del encerramiento del protagonista son firmes, si bien el desenlace es, cuanto menos, incómodo, así como lo que supone para todos los implicados. No desvelaremos más, sencillamente, recomendamos el visionado a todos los que tengan valor y coraje en sus venas.
En cuanto a interpretación, Brolin consigue plasmar un personaje perfecto, con una evolución lógica y que acopla perfectamente en el argumento. Pese a estar algo más desdibujada la protagonista femenina (Elizabeth Olsen), mantiene alto el nivel de credibilidad con su papel de ayudante-víctima, predecible por otra parte.
En cuanto a “malos” tenemos a Samuel L. Jackson como quien dirige este “hotelito” para víctimas de secuestro y cuyas intenciones son desveladas de forma más comercial y convincente de la que nos pensábamos, convirtiendo a su personaje en un mero gerente y anfitrión, aunque con fuertes principios. Finalmente, el villano maestro (Sharlto Copley) es el personaje menos creíble pese a su desequilibrio mental. Copley es un actor excelente, pero no creemos que Spike Lee haya conseguido explotar todo su potencial, debido sobre todo a un guión que lo limita y tampoco le aporta demasiada credibilidad.
Terminamos la crítica de Old Boy con la sugerencia de echar un vistazo a la película homónima de 2003, del mítico Chan-Wook Park y de la que hereda, como mínimo, el siniestro mensaje de la historia.