La película Guerra Mundial Z ha sido todo un éxito este verano. La campaña promocional mundial así lo ha impulsado y ha dado resultado. Con una promesa de miles de zombies persiguiendo humanos y Brad Pitt en medio de todo este follón, nadie puede resistir la tentación de ver qué pasa con esta película.
Sin embargo, cuidado fanáticos de los zombies y amantes del género de terror, esto es una superproducción hollywoodiense y las expectativas no deben estar a la altura de los grandes hitos del zombielismo.
A pesar de estar basada en la novela de Max Brook, de la que coge el nombre y algunas escenas visuales, junto a un par de anécdotas históricas, el film es totalmente independiente. Nos pone en la piel de un asesor de la ONU (Brad Pitt), que en menos de 5 minutos de metraje ya está metido en una invasión total en una ciudad norteamericana. Tras varios episodios adrenalíticos, la caballería le ofrece un trato que no puede rechazar: cuidarán de su familia si les ayuda a encontrar una cura, vacuna o contraofensiva de algún modo contra esta epidemia de zombies.
Como él mismo dice desde el principio, moverse es vida, debe estar en movimiento en todo momento para que no le atrapen. De esta forma, Brad Pitt va “paquí” y “pallá” durante toda la película. Primero un edificio infestado, luego un barco, regreso a Corea del Norte a ver qué se cuece por allí, un paseíto por Jerusalén, una visita rápida a la bella Suiza, de regreso a Escocia…
Es un viaje incesante hacia destinos en los que los zombies siempre harán de las suyas, con unos efectos especiales, eso sí, absolutamente alucinantes. Los mejores en una película de muertos vivientes que jamás hayan desarrollado.
Las situaciones, además, las han intentado hacer lo más realista posible, lo que da a la película un mayor valor ante una espectacularidad factible. Sin embargo, tiene varios “pero” que sobre todo a los más exigentes, defraudarán enormemente.
El primero de ellos es la renuncia al gore, a la sangre. No hay ni una sola gota. Bueno, para ser sinceros hay unas 6 ó 7, fruto la mayoría de golpes de los protagonistas. No se ve en ningún momento el desmembramiento de ningún cuerpo, ni la muerte en primer plano de ningún zombie ni humano. ¿Que se le explota la cabeza a un muerto viviente? El plano sólo muestra la acción, no la consecuencia. ¿Que un personaje se corta la mano para parar la infección? Sin problema, ponemos su cara de dolor y del muñón ni una sola toma.
Por otro lado, el film está partido en géneros. La acción irrefrenable (literalmente) choca de repente contra un terror escénico de alto nivel (lo mejor de la película). Apenas un par de escenas previas de auténtico aura de cine de terror nos auguran unas interminables secuencias de zombies corriendo a toda pastilla y más adelante unos minutos fantásticos de horror brutal, muy al estilo de los mejores momentos de Resident Evil (el videojuego) con instalaciones médicas de por medio.
¿A qué se debe este cambio de ritmo tan radical? Muchos piensan que se debe a la ida y venida de directores en el proyecto. Podría ser, pero en todo caso, rompe el ritmo y si bien es acogido con ganas el terror ante la acción desenfrenada, causa un choque de géneros que podría haberse evitado.
Junto a un par de escenas bastante cómicas, ciertas irregularidades en la toma de decisiones de los personajes y un final moral casi superior al resto de la película, Guerra Mundial Z es, sencillamente, una película de verano. Siéntate en la tumbona, coge palomitas y disfruta de la acción. Pero no busques a George A. Romero por ninguna parte, debe de haber sido mordido.
Valoración: 7/10
Lo mejor: Los efectos especiales y las dosis de acción y terror de forma separada conforman una película notable. Algunas originales propuestas sobre los zombies son bienvenidas.
Lo peor: La reducción de sangre en la película se nota a kilómetros, el ritmo es desigual, con un pico ascendente que cae estrepitosamente en el último cuarto de película.