Un film en los 80-90 sobre un asesino a sueldo que se alía con un joven policía para detener a unos políticos corruptos que han asesinado al compañero del primero, eso era conocido como peliculón. Si esa película se estrena en 2013, sólo los incondicionales del cine de acción y de la violencia cinematográfica sabrán valorarlo.

Con más énfasis, si el protagonista es un Sylvester Stallone inmejorable en un papel de antihéroe atípico en él, Una bala en la cabeza se convierte de instantáneo en film de culto.

Tiene todos los estereotipos de las películas policíacas de los 90, aunque con menores dosis de comedia. Los compañeros (Stallone y Sung Kang), aliados casi a la fuerza, funcionan bien delante de la pantalla, aunque sobre el guión se llevan a rabiar.

De los dos Stallone es el que disfruta de mejores frases y aún más impactantes escenas. Los tiroteos son creíbles y las peleas 1 contra 1 del mejor nivel. A estos dos grandes se les une un plantel de estrellas de bastante calidad, destacando Christian Slater como rival diplomático y Jason Momoa como antagonista físico. Momoa cumple el cometido, es más fiero y cruel que Stallone y le motivan más los ideales que el dinero.

En la parte femenina, Sarah Shahi hace el papel de hija rebelde de Stallone quien, según confiesa en la propia película, nunca ha sido un buen padre con ella, pues se ha limitado a protegerla. Y exactamente eso es lo que tendrá que afrontar cuando, previsiblemente, la joven sea capturada por Momoa.

Guión con escenas serias, espectáculo físico por encima de enfrentamientos con armas de fuego y una gran química dialéctica entre los dos protagonistas es lo más valioso de Una bala en la cabeza.

Valoración: 9/10

Lo mejor: La química de los dos personajes principales y Stallone como un antihéroe perfecto.

Lo peor: Sobre el guión, los malos no están al nivel adecuado y la trama es más simplista de lo que cabría esperar.

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