Fast & Furious 7 está y estará marcada por siempre por la muerte de Paul Walker. Es algo inevitable, por lo que es de auténtico mérito que el estreno de esta séptima entrega no sólo sea la mejor hasta la fecha en recaudación, sino además todo un homenaje audiovisual a la figura del actor y el hombre. Y encima es una pasada.
Un montaje especial
Para poder terminar la película, James Wan pidió ayuda a los dos hermanos Walker, Cody y Caleb. Pero necesitó evolucionar su técnica de montaje y ritmo de videoclip acelerando la narración todo lo posible, hasta convertir Fast & Furious 7 en todo un metraje elektro-dance con base latina, que ha afectado no sólo a la presentación del personaje de Brian O’Conner, sino también a la presencia de cualquier otro protagonista o de la misma acción.
Como buen ejemplo, el inicio de la película. Deckard Shaw (Jason Statham) se despide de su hermano, que sigue vivo aunque postrado en una máquina que respira por él. Tras jurar venganza por lo que Dom y su equipo hicieron en la entrega anterior, Shaw ordena a los médicos que cuiden de su hermano, mientras deja el edificio. Un reguero de cadáveres, incendios a punto de propagarse, luces, mesas, sillas, paredes y todo tipo de construcciones destrozadas, víctimas rematadas e incluso alguna granada durante el camino hacia la salida, sirven de carta de presentación al mejor enemigo que ha habido en la toda la saga.
Movimientos acelerados y frenados de repente, base techno y destrucción masiva serán constantes desde este frenético minuto 1 de la película hasta la emotiva escena final, más de dos horas después.
Nuevas misiones, nuevos villanos
La trama, lo más discutido del film, es sólo apta para amantes de la acción sobre ruedas. Las carreras ilegales siguen teniendo presencia, la persecución policial por las calles de Los Ángeles no se pierde la oportunidad de aparecer, como sello distintivo, incluso la legendaria nitro tiene su escena inolvidable. Pero a la ecuación se une fuerzas militares secretas, drones cargados de misiles, viajes por varios países del mundo al estilo 007, tecnología de ciencia ficción y armamento suficiente para destruir media ciudad, la que sea.
Deckard, como ya vimos al final de la sexta entrega, persigue para matar a todos los que atacaron a su hermano. Antes de asesinar a Han en Tokyo viaja a Los Ángeles, mantiene una pelea brutal con Jason Hobbs (Dwayne Johnson), envía bombas a domicilio a Toretto y compañía y persigue a una poderosa hacker, capaz de identificar con su Ojo de Dios a cualquier persona del mundo en cualquier momento, algo que haría peligrar su clandestinidad.
En el camino, Señor Nadie (Kurt Russell) ofrece a Dom un trato, el equipo se reúne de nuevo, rescata a un hacker de unos terroristas que lo han secuestrado y, a cambio, pueden contar con todo su operativo para identificar y detener a Shaw.
Aunque parezca de forma secundaria, las subtramas sentimentales tienen una presencia cada vez más influyente en el devenir de los personajes, sus actuaciones y el futuro completo de toda la franquicia. Por un lado, Letty (Michelle Rodriguez) sigue sin poder recordar nada de su pasado con Dom, lo que les impide continuar una relación. Por otro lado, Brian se acomoda a su vida como padre de familia, cambiando su deportivo por un monovolumen y confesando a Mia (Jordana Brewster) que echa de menos las balas. Ella, sin embargo, teme que Brian esté decepcionado con su vida y no le cuenta que está embarazada de un nuevo hijo, esta vez una niña.
El frenético montaje de James Wan se sirve de transiciones entre los distintos escenarios con todo un festival de música electrónica, gogós maquilladas, disfrazadas y potentísimas, junto a rugidos de vehículos.
Vehículos voladores
Como era de esperar, Fast & Furious 7 no traiciona sus genes y disfruta de una alargada lista de vehículos a cual más llamativo. Del sector de lujo, destaca el Lykan Hypersport. 3 millones de dólares, 400 Km/h de velocidad punta y un diseño agresivo, muy del estilo de los Lamborghini, sólo que bajo el capó esconde nada menos que 770 CV.
También cabe mencionar la aparición gloriosa del atormentado Charger de Toretto o la preferencia de Brian por su característico Nissan GT-R.
Los vehículos son protagonistas del 90% de la acción, así como del 99% de las escenas más gloriosas que el género habrá podido jamás presentar en la gran pantalla al espectador. Lo visto en el tráiler apenas permite adivinar lo que se experimenta al ver a los coches lanzándose desde un avión de transporte, un súperdeportivo saltando entre rascacielos de Dubái o un dron persiguiendo al equipo, conduciendo en ronda para evitar ser alcanzados. Tan inverosímil como espectacular.
Un equipo ganador
Fast & Furious 7 también es la entrega más profunda con respecto a los personajes que, después de 6 películas a sus espaldas, tienen muchos conflictos internos, sin hablar del tema candente que rodea al futuro del personaje de Brian.
Vin Diesel recoge el papel de protagonista casi absoluto con seriedad y responsabilidad. Su personaje apenas evoluciona, salvo para conformar su destino de cara a futuras entregas. Atormentado por el rechazo de Letty y con la venganza en mano, su papel es uno de los más serios y duros de toda la franquicia, no por ello menos impresionante, pues por cuestiones de rodaje es quien más se presenta frente a la cámara y quien conduce en la mayor parte de ocasiones como líder del equipo y de las escenas de riesgo.
Por descontado, el papel otorgado a Paul Walker es, cuanto menos, legendario. Sus escenas serán en ésta, su última película, las más llamativas de toda su carrera. La aportación de sus hermanos pasa con nota lo que, unido a maquillaje y filtros de ordenador, hace prácticamente imposible discernir en el cine si son escenas rodadas por el actor o retocadas. Absolutamente increíble. En el plano interpretativo, el personaje de Brian está en una encrucijada entre una vida de riesgo o volcarse en la familia. Descubrirá, como Toretto le hace ver, lo que realmente es importante cuando su vida penda de un hilo.
Michelle Rodriguez aprovecha esta séptima entrega para dar un lavado de cara a su personaje Letty, sin perder dureza en el camino. Su pelea con Ronda Rousey es de las mejores entre féminas, a la vez que de lo más destructivo. Del mismo modo, su personaje aparece más humano, más tierno y limpio en el sentido estricto de la palabra, pues pocas veces se manchará de mugre y grasa de motor en esta entrega.
Ludacris y Tyrese Gibson cumplen con creces sus papeles estereotipos, siendo el del segundo mucho más importante en cada aportación, ya sea cómica por interés propio o por exigencias del guión. A ellos se le une para cerrar el trío la hacker bellísima Nathalie Emmanuel (Ramsey), que aporta sensualidad, conocimiento tecnológico y unas opciones de infiltración que podrían ser explotadas sin problema en el futuro.
Kurt Russell parece estar en estado de gracia, con un letal personaje que trabaja a la sombra para el Gobierno, pero que es capaz de alternar disparos certeros con bromas sobre cervezas belgas y Coronitas. Es una aportación a la película tan original como impactante.
Dwayne Johnson se beneficia de una primera escena de acción como protagonista, nada menos que contra el antagonista. Pero su fatal desenlace deja al bueno de Hobbs fuera de juego buena parte del metraje. Sin embargo, es curioso cómo su paso por un hospital y la aparición de una desconocida hasta el momento hija pequeña, le aportan una humanidad y un carácter divertido que el personaje no había experimentado hasta el momento.
El mejor enemigo
Por último (lo hemos dejado adrede para el final), tenemos nada menos que a Jason Statham. Su paso por Fast & Furious 7 supone elevar el nivel de los enemigos hasta el Olimpo de los héroes de acción cinematográficos. Su personaje es una mezcla de Mercenario, Transporter y Crank elevado a la enésima potencia. Se trata del villano más loco, letal y decidido de todos los vistos hasta el momento, al que además Wan decide aportar con todo tipo de recursos armamentísticos, rodantes y explosivos, por no hablar de un entrenamiento para el combate cuerpo a cuerpo absolutamente terrorífico. Podemos prometeros que la batalla entre Dom y Shaw como pelea callejera quedará para vuestro recuerdo.
En cuanto a efectos, tanto especiales como sonoros, Fast & Furious 7 supera todas las expectativas. Apenas son visibles los filtros de ordenador, aunque se adivinan en ocasiones las pantallas verdes (esto no es Mad Max al fin y al cabo). La música electro-latina acompaña casi en todo el metraje las escenas de acción y no hay ni un solo minuto de respiro, provocado por el comentado montaje adrenalítico del director.
Fast & Furious 7 te gustará si eres fan de la saga, ¡tiene que gustarte a la fuerza! Tiene todo lo que las anteriores entregas ofrecían, multiplicado por 10 de forma escandalosa. Recupera personajes y escenarios de películas anteriores y es todo un homenaje a Paul Walker, a quien se le dedica el film. Llorarás, aguantarás la respiración, reirás, te enternecerás y tu corazón se acelerará. A nosotros nos pasó. Nos ha encantado además una frase de Dominic Toretto que resume lo que vas a sentir cuando veas la película. Cuando se le pregunta qué va a hacer cuando encuentre a quien mató a Han, él responde: “Todavía no se ha inventado la palabra”. Puro Fast & Furious.