Ouija plantea una trama con suficientes elementos como para ser una gran película, pero su desarrollo final y la plasmación que el director Stiles White nos ofrece deja mucho que desear. A pesar de ello recomendamos Ouija por su primera parte, bastante más entretenida que su posterior desenlace.
En Ouija un grupo de amigos intenta contactar con una joven muy cercana a ellos que ha muerto supuestamente suicidada. Sin embargo, pronto se hace evidente que el ente con el que han contactado a través de la tabla ouija no es su amiga Debbie, sino alguien o algo muy peligroso.
La primera parte del film ciertamente sufre las malas actuaciones juveniles de los protagonistas, sin embargo el planteamiento de los ataques del ente realmente da miedo y no son del todo predecibles. En ocasiones, la atmósfera oscura y dramática nos recuerda a films mucho más valorados como Mi otro yo o Insidious, pero una vez la ouija demuestra todo su poder, la posterior propuesta de una trama venida de los años 50 no acierta del todo.
La presencia secundaria de Lin Shaye ayuda, pero no es definitiva. Los efectos especiales son espectaculares (lo mejor de la película con diferencia), pero su aplicación práctica no reviste terror, girando el tono del film más hacia una acción sobrenatural que al terror sobrenatural que los materiales promocionales transmitían.
De Ouija, además de los efectos especiales que, insistimos, son espectaculares, nos quedamos con algunas pinceladas realmente satisfactorias. Destaca la escena infantil inicial (curiosamente con unas interpretaciones más creíbles que la de los adultos), los sustos durante las primeras sesiones con la tabla y los créditos finales, dignos de la mejor escenografía de terror clásico.
El fallo viene a partir de que la trama se torna hacia el pasado del ente, con una investigación de los hechos limitada a una caja en el desván y una búsqueda en Google. Del mismo modo la institución psiquiátrica donde se encuentra Lin Shaye no da miedo en ninguna de sus escenas y, aunque sirve para la evolución de la trama, se echa en falta una mayor profundidad de la historia.
Uno de los detalles polémicos es la fuerza del ente, del que se asegura que va creciendo pero quizás lo haga demasiado rápido, capaz de trasladarse a casas de las víctimas, a aparecer con el cuerpo de cualquier persona muerta y con un poder casi infinito (puede poseer personas, hacerlas levitar, coserles la boca, mover su cuerpo a su antojo, hacerlas aparecer en otra parte y así sucesivamente, la imaginación de los guionistas aquí no tiene fin).
La nota empeora cuando los protagonistas que restan con vida se enfrentan voluntariamente al ente, con un nuevo cambio de rumbo en la película hacia una acción desbordante, sin sustos y desprovista de terror. La poca homogeneidad en el género y las interpretaciones realmente limitadas de los actores dan una mala sensación final de la película, pese a su entretenimiento inicial. Y es una pena porque, como decimos, el film tenía en su planteamiento mucho potencial.
La película en si me pareció bastante mala, y llena de tópicos, una más de muchas películas de terror que no pasará a la historia.