Realizar la crítica y análisis de American Psycho no es fácil. En primer lugar nos encontramos ante la adaptación de una novela que se ha valorado por lo explícito de las descripciones en los asesinatos cometidos por el protagonis.
Del mismo modo hablamos de un film estrenado en el año 2000, ambientado en los 90 y que homenajea los 80. No sólo la representación de la época debe ser la acertada, sino que además cada guiño, cada detalle, cada elemento, debe tener su justificación, algo de lo que se encarga el psicópata.
En relación a este personaje, tenemos a uno de los más complejos psycho-killers que la ficción ha podido ofrecernos. Hedonista, nostálgico, falto de emociones y al mismo tiempo con un hervidero de instintos en su interior que lo hacen explotar a la mínima situación que lo altere. Y esto puede desencadenarse desde con una afrenta personal hasta por sacar una tarjeta de presentación más bonita que la suya.
En este sentido es muy importante la representación de los yuppies de los 80 que se plasma en American Psycho, en la que todos los hombres que aparecen visten de la misma forma y se comportan exactamente igual, hasta el punto de que la superficialidad que rodea sus vidas los hacen prácticamente invisibles, se confunden entre ellos por sus nombres y, ciertamente, no importan en absoluto a quienes están junto a ellos.
¿Pero quién es Patrick Bateman, el protagonista de American Psycho? Se trata de un narrador en primera persona falto de cualquier emoción y con un instinto asesino contra todo lo que le rodea que cada vez va a más. El espectador asiste a una vorágine de asesinatos cada vez más imparable y con fuertes connotaciones sociópatas y sexuales que son presentados con tanta claridad que el film fue prohibido en muchos países y, en otros, se optó por recortar de forma tan drástica que muchas escenas carecían de sentido.
American Psycho es crítica social, es retrospectiva de la psicología sociópata, pero quedan dos dudas en el aire, ¿es un buen filme? y ¿es realmente Bateman un asesino?
Os vamos a contestar a las dos!!
En primer lugar, desde el apartado cinematográfico sólo se puede alabar el trabajo tanto de la directora Mary Harron quien, desde entonces, no ha conseguido superar su obra cumbre. Harron no sólo realizó un buen montaje y supo cómo dirigir actores y escenografía, también tuvo que lidiar con la crítica cinematográfica que repelía las acciones sexuales explícitas de la cinta, así como la misoginia imperante (curiosamente el gore de los asesinatos no fue censurado), así como también contra los críticos de la novela que acusaban a Harron de ser demasiado conservadora (nótese aquí la paradójica confrontación de argumentos).
Por otro lado, en la parte interpretativa Christian Bale ocupó el lugar de Leonardo Dicaprio quien rechazó el papel una vez visto el guión. Curiosamente este actor protagonizó un film con un protagonista si bien no asesino, al menos si tan polémico como el protagonista de Un lobo de Wall Street que, para más inri, se sitúa en la época de American Psycho y sí está basada en hechos reales.
Bale se presentó con American Psycho como un sex symbol dado el trabajo físico que requería el protagonista, pero al poco tiempo realizó El maquinista, donde interpreta a un hombre con una extrema delgadez y así demostró una versatilidad que pocos actores pueden ofrecer. Lo complicado de ambos personajes elevó el estatus del actor británico. Al año siguiente comenzó su andadura como Batman.
Queda la pregunta del millón, ¿es Patrick Bateman un psicópata? Hay dos revisiones de la historia sin fijarnos en la novela y valga decir que ésta pese a lo mucho que se pueda justificar, no se decanta de forma irrefutable por ninguna de ambas.
La parte que considera que Bateman sí es un psicópata argumenta su respuesta en la actuación de dos personajes muy secundarios que aparecen al final. Uno de ellos es la mujer de la inmobiliaria, cuya falta de escrúpulos le lleva a limpiar todos los crímenes de Bateman para vender un piso; el otro es el abogado, quien prefiere enmascarar los crímenes de su cliente y darle una coartada antes de que éste (un yuppie más y por tanto un integrante de la sociedad) acabe en la cárcel.
Las extrañas frases pronunciadas por la mujer de la inmobiliaria así como la escena de la tintorería donde Bateman discute por unas manchas rojas en su sábana refuerzan esta teoría.
Pero la otra revisión de la película también tiene su lógica. Según ésta, todo forma parte de la imaginación del protagonista. Se aconseja un segundo visionado de la cinta para entenderlo. Bateman deja pistas allá por donde va, la resolución de los crímenes es cuanto menos fantasiosa y sus altercados con la policía sólo son justificables como productos oníricos o de una mente distorsionada.
Los dos argumentos anteriores se repelen argumentando que la mujer de la inmobiliaria y el abogado sólo presentan situaciones cotidianas, sin mensajes ocultos, justificando así la desquiciada mente de Bateman.
¿Alguna de las dos es la versión acertada? Lo cierto es que se trata no sólo de un final abierto, sino de un montaje escénico con el que la directora permite que ambas tengan sentido y, de esta forma, el film puede disfrutarse de las dos formas distintas. Como un loco sociópata que sólo representaba sus crímenes sobre folios dentro de su despacho el film es interesante a nivel psicológico. Como un psicópata que no sólo no es pillado por la policía a pesar de sus crímenes, sino que la sociedad le defiende y se muestra inmutable ante sus atrocidades, lo que refuerza la crítica social de la época, su conformismo, su superficialidad, el film es uno de los mejores retratos de los años 80 que hemos disfrutado hasta el momento.
Fuente imágenes: American Psycho en Facebook
Fuente cartel: IMP Awards