Hay muchos argumentos que explicarían la escasa recepción de Non-Stop (Sin Escalas) por parte de la taquilla, estadounidense e internacional. La primera de ellas es la de usar un atentado terrorista como base para un thriller en un avión, algo que durante muchas décadas seguirá siendo tema complicado para los norteamericanos. Pero el resto de países también se ve afectado por una transmisión de poca credibilidad hacia un film que en su propio país no ha sido bien acogido. A pesar de todo ello, es preciso ver Non-Stop (Sin Escalas) para tener claro que la película es entretenida y recomendable.
En ella vemos un día corriente en la vida de Bill Marks (Liam Neeson), un agente federal de aerolíneas, con un problema identificado de alcoholismo y sin ganas de hacer amigos. Sin embargo, cuando el trabajo le llama, aunque sea por un mensaje de móvil de un supuesto asesino, sus dotes profesionales le activan al instante.
Así es cómo en un vuelo internacional un terrorista amenaza con matar a una persona del avión cada 20 minutos si no se le ingresan en una cuenta bancaria 150 millones de dólares. Este asesino no sólo debe estar obviamente en el avión como un pasajero o miembro de la tripulación, sino que además conoce muy bien la vida privada de Bill.
En el transcurso de Non-Stop (Sin Escalas) seremos testigos de un juego tipo el ratón y el gato, en el que el protagonista parece haber encontrado cada vez al culpable, cuando éste o alguien cercano termina muerto. Una especie de recordatorio de las películas en las que unos comensales morían tras ser acusados de asesinato, uno tras otro.
La buena jugada del director Jaume Collet-Serra es la de confundir tanto al espectador y potenciar una supuesta locura del protagonista que la teoría se convierte hacia el último tercio de la película en una posibilidad plausible.
Con todo, la resolución final no escapa de la sorpresa, que si bien guarda una buena construcción narrativa, no una deconstrucción explicativa, dado que los motivos son poco claros y no presentan explicaciones extendidas como en otros films similares. Collet-Serra juega para ello con el tiempo en contra, factor que le viene como anillo al dedo para terminar el thriller con una escena de acción épica, a la que un poco más de presupuesto en efectos especiales le habría valido para una mayor credibilidad, aunque si bien es cierto que en nada afecta al resto del film.
Para su narración contamos con los mensajes de texto mostrados en flotante alrededor de los protagonistas y simulando el estado del móvil, en caso de estar dañado. Un acierto visual que acompaña a la perfección a las constantes pistas que van apareciendo sobre el terreno y con las que Bill trabaja para encontrar al culpable.
Non-Stop (Sin Escalas) como hemos dicho al inicio de la crítica, entretiene y mucho. Da para hablar y posiblemente el final sea el que satisfaga a mayor número de espectadores. Sin embargo, parece que se queda un poco a medias, como si el propio espacio del avión limitara sus recursos y posibilidades, cuando no es así. Muchos personajes son tan sospechosos por sus reacciones como los jóvenes un slasher mal hecho, mientras que las explicaciones de los asesinatos y su descubrimiento son poco creíbles, que no por ello menos efectistas.
En definitiva, un film imprescindible para ver antes de tomar un vuelo de vacaciones y buena opción para cualquier noche en la que se busque algo de tensión con la que animar la velada. Por cierto, para los que busquen en Julianne Moore un posible romance, queda descartado como género de Non-Stop (Sin Escalas). Quizás si hubiera secuela…