«El motorista fantasma: Espíritu de Venganza» no es mala película, sencillamente es difícil de ver. Le falla todo, con algunos altibajos en ciertos aspectos, pero con una calidad por debajo de lo llanamente exigible a un film de superhéroes de la actualidad.
El mayor problema de esta secuela del personaje más oscuro de Marvel es su guión y montaje final. La trama es inconexa, poco original y sin trasfondo. Un primogénito del Diablo es el Anticristo y, mediante una ceremonia, el mismo Diablo podrá ocupar su cuerpo y dominar la Tierra bajo las tinieblas.
Aunque sea algo que hemos visto mil veces, podría haberse resuelto de forma más correcta, pero ciertas escenas son inconcebibles, por malas y sin significado alguno. La película se convierte en una road-movie sin sentido, en la que los malos intentan coger al chaval que va a albergar en su cuerpo al Diablo, surge el Motorista y los quita de en medio, más tarde vuelven a intentarlo. Y cuando te das cuenta, ha pasado hora y media de repetidas escenas una y otra vez.
Vamos a obviar que sea repetitivo el film, que el guión no tenga sentido, pero es que ni siquiera las secuencias están bien resueltas. Parece que estemos ante un videoclip de larga duración y que en cualquier momento nos anunciarán una bebida energética que se pondrá de moda.
Buena parte de la culpa la tiene el desaprovechamiento de los actores. Algunos secundarios son correctos como Idris Elba en el papel de religioso justiciero, Christopher Lambert como monje oscuro… Otros son excesivamente planos, como Violante Placido, la madre del niño, el propio pequeño encarnado por Fergus Riordan, o incluso el super villano de turno, Johnny Whitworth, al que le dan el poder de la “descomposición de las tinieblas”, con un potencial enorme y totalmente desaprovechado en el combate final contra el Motorista.
Por último, están los actores a los que tampoco se les saca todo su potencial. Nicholas Cage podría ser acusado de varios papeles en los que no trabaja fino, pero lo cierto es que el actor en muchos otros títulos ha sabido brillar con luz propia. En la mismísima primera parte ya era mejor motorista de lo que es en esta secuela. Y buena parte de esto ha sido el intento de dotar de un sentimiento de locura al demonio que lo posee, a la vez que se ha intentado mortificar al personaje humano.
Los efectos especiales tampoco son excelentes. La cabeza del motorista parece una vela encendida, con exceso de humo contaminante, que enmascara más defectos que espectacularidad crea. Tan sólo se salvan las distintas abominaciones motorizadas que maneja, como un Jeep, o la alucinante grúa gigante del infierno. Es lo mejor del film, pues ni las peleas son entretenidas, ni se ha cuidado en absoluto el resto de poderes del Motorista, a excepción de un par de trucos visuales bastante chulos.
La sensación final que deja El motorista fantasma: Espíritu de Venganza es de decepción, tras una propuesta original que, si bien no estaba a la altura de otros films como Los Vengadores o el Batman de Nolan, al menos era una película correcta y entretenida. Esta segunda parte cansa más que entretiene y está muy lejos de ser correcta.
Valoración: 4/10
Lo mejor: Los vehículos endemoniados y las persecuciones por carretera.
Lo peor: El guión es poco original e inconexo en ocasiones, mientras que el montaje acaba de destrozar el resto de la película.
Alternativas: Otros personajes oscuros que tienen buenas películas son Hellboy o Spawn, que sin llegar a ser obras maestras son muy entretenidas.