Juntar en un mismo poyecto a Robert DeNiro, Susan Sarandon, Diane Keaton y Robin Williams supone un doble reto. Por un lado no se puede ofrecer un producto de ínfima calidad o la crítica te destrozará como realizador. Por otra parte, intentar abarcar un proyecto al nivel que pueden alcanzar estos titanes del séptimo arte juntos puede resultar, sencillamente, imposible.
Justin Zackham, que escribe y dirige La Gran Boda, era consciente de esta doble coyuntura y optó por la vía más honorable, hacer el film que él quería hacer. De esta forma tenemos una comedia romántica que, poco a poco, se va transformando en un drama romántico en el que las frases rozan el patetismo y el humor lo entrañable.
Antes de confundir a cualquier lector, debe entenderse el «patetismo» como lo que realmente es, un recurso artístico y narrativo con el que se adereza una situación dramática con una pizca de humor. La cara resultante de lágrimas en los ojos pero una explosiva sonrisa es lo que se llama «efecto de patetismo».
Es de forma resumida lo que La Gran Boda propone, una historia simpática, alegre, pero tan dramática que si no fuera por la pizca de humor, las lágrimas no dejarían ver lo que pasa en pantalla.
La historia trata sobre un joven adoptado que se va a casar. Todas las partes entran en conflicto a excepción de la pareja. Los padres de la novia no quieren aceptar socialmente a un chico de origen brasileño. Los padres adoptivos están separados y el patriarca se juntó con la mejor amiga de su ex mujer. Por si fuera poco, a la boda acude la madre biológica del chaval, profundamente religiosa y a quien deciden engañar simulando que el matrimonio de sus padres adoptivos sigue vigente.
El problema de La Gran Boda no son sus buenas intenciones, sino que en el camino presenta piedras tan predecibles que uno se escandaliza cuando ve que los protagonistas chocan con ellas. El argumento, una enrevesada comedia de enredo, valdría para una obra teatral de escasa duración. En pantalla, sin embargo, el film se tambalea, las actuaciones son forzadas y carecen de credibilidad, en parte porque el propio argumento no se sostiene.
Si los actores protagonistas salvan o no el film de Zackham, lo cierto es que la valoración final es de que sí. Sin ellos la propuesta sería un auténtico desastre. ¿Por qué los agentes de estas estrellas les recomendaron participar en una película que apenas generó de ingresos 21 millones de dólares? Es quizás la única incógnita que no sabremos desvelar de La Gran Boda, pues todo lo demás que le concierne es tan predecible como moderado. Por tanto, queda saber ¿la recomendamos? Pues curiosamente sí. Funciona en amantes del romance empalagoso, de los que disfrutan con cualquier boda, de quienes se ríen con las comedias más suaves. Pero las exigencias, deben dejarse para otra ocasión.