En 2011 Toni Hill sorprendió a crítica y lectores con “El verano de los juguetes muertos”, un thriller que, como os comentamos en nuestra reseña, tiene una buena base de novela negra y destaca por el tratamiento psicológico de los personajes. No por nada Hill es licenciado en psicología.
En 2012 ha regresado con una nueva aventura policíaca para el inspector Héctor Salgado y compañía, obteniendo en poco tiempo un éxito rotundo de ventas. En “Los buenos suicidas”, nos situamos narrativamente 6 meses después del primer libro. En esta ocasión un nuevo caso de suicidio llega a las oficinas de la central de policía de Barcelona. Pero esta vez hay algo que no encaja, la mujer que se ha tirado a las vías del tren llevaba consigo una foto de tres perros ahorcados y un mensaje amenazador.
Además, hacía pocos meses que en la misma empresa donde trabajaba, un compañero suyo mató a su mujer e hija y luego se suicidó. Dos suicidios en poco tiempo en una misma empresa. Salgado y su nuevo y novato ayudante no creen en las coincidencias y comienzan a investigar.
Mientras tanto, Leire Castro la anterior compañera del inspector se encuentra de baja por su embarazo. Pero para no caer en un aburrimiento soporífero, decide investigar por su cuenta y riesgo un importante caso que se queda a medias en la novela anterior.
Toni Hill recupera en “Los buenos suicidas” personajes ya conocidos, como los compañeros de Salgado en la policía, así como su psicólogo y explora con más detalle en aquellos que en la novela anterior no pudo dedicarles demasiadas páginas. Aún así, la fuerza del nuevo título está basada en todos los nuevos personajes, los empleados de Laboratorios Alemany, la empresa de cosmética en la que los suicidios son más numerosos que los despidos.
El autor reduce en buena parte el componente de novela negra y se pasa a un thriller con más aire de “slasher” terrorífico, sin caer en lo vanal ni en repeticiones hartamente conocidas.
Como es propio de su estilo, Hill ahonda en la personalidad de cada empleado, de quienes vamos conociendo ampliamente cómo llegaron a la situación actual, consiguiendo detalles contadísimos de los terribles secretos que conllevaron al suicidio en las vías de tren de la mujer que investigan en primer lugar.
Ya dijimos que el autor está especializado en las reacciones de sus personajes ante la interacción con el inspector y sus allegados, así como también ante cualquier acción externa. Es profunda esta descripción en “Los buenos suicidas”, donde acabamos conociendo (y escandalizándonos) por las respuestas de los personajes implicados, más bien psicológicas que físicas, pues la acción sigue estando en un segundo plano.
Desconcertados ante quién será culpable o quién será la próxima víctima, el lector se encontrará devorando páginas una tras otra, sorprendido ante el devenir de los acontecimientos.
Mientras tanto, el caso que sigue Leire Castro, teniendo también su importancia crucial, apenas se entromete con la operativa de Salgado y el caso de los suicidios, al contrario que en la anterior novela, en la que varios casos a la vez conseguían entremezclar acciones de los personajes.
Si bien, esta investigación algo lenta de la agente Castro sirve también para descansar al lector de las constantes sorpresas que el caso principal le deparará. Y, más importante aún, nos ayuda a entender mejor a personajes que no se definieron en la anterior novela. No obstante, el valor más poderoso de este caso es la transición que supone de la primera a la tercera obra de Toni Hill, convirtiendo a “Los buenos suicidas” en una mera secuela dentro de lo que ya se ha asegurado por el escritor que va a ser una trilogía. ¡Y nosotros encantados!
Nos ha gustado principalmente la sensación de tensión constante en la que cada nueva escena podría llevar a un caso de violencia, a una conversación reveladora o a un paso más en la investigación. Como novedad, las pistas que va descubriendo Héctor Salgado las proporcionan más los personajes con sus confesiones, respuestas y reacciones, que una mera investigación policial sobre el terreno. Esto permite además ahondar en la personalidad de Salgado, que lo vemos más en forma que nunca, sobre todo en los tensos interrogatorios con unos personajes duros de roer, complejos como sólo Toni Hill sabría crearlos.
Si en “El verano de los juguetes muertos” nos quedábamos en desventaja frente al autor al intentar aunar pistas y adivinar al culpable de los horrendos crímenes, aquí estamos totalmente fuera de juego, siendo prácticamente imposible adivinar racionalmente quién puede estar detrás de todos los suicidios, intentar aventurar si hay más de un implicado o imaginar que todos vayan a ser víctimas de un criminal externo al grupo. “Los buenos suicidas” es toda una sorpresa, de principio a fin.
Lo mejor: Toni Hill sigue sabiendo mostrar personajes que evolucionan, con una complejidad psicológica muy cercana a la realidad. La tensión constante de capítulo a capítulo es adictiva. El caso de Leire Castro y todo lo que implica.
Lo peor: El lector se perderá si intenta adivinar el culpable, debe estar dispuesto a dejarse llevar, sorprenderse, aterrarse y acompañar a Héctor Salgado, como si fuésemos el algo torpe nuevo ayudante que le han asignado.
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El verano de los juguetes muertos
El inspector Héctor Salgado lleva semanas apartado del servicio cuando le asignan de manera extraoficial un caso delicado. La extraña muerte de un joven de la alta burguesía barcelonesa va complicándose a medida que Salgado se adentra en un mundo de privilegios y abusos de poder. Héctor no solamente deberá enfrentarse a ello sino también a su pasado más turbio, que en el peor momento y de modo inesperado vuelve para ajustar cuentas.
Los sueños, el trabajo, la familia, la justicia o los ideales tienen un precio muy alto, pero siempre hay gente dispuesta a pagarlo.
Agradecimientos: Gracias a DeBolsillo por facilitarnos la novela con la que poder hacer la reseña.