La Buena Novela

La historia de La Buena Novela es una historia de amor, con retazos de thriller y apenas misterio, bastante crítica social y otras aventuras románticas menos trascendentes, la de los protagonistas. Y es que “La Buena Novela” no se muestra como una carta de sentimientos recíprocos o no correspondidos entre 2 amantes humanos, sino entre quien narra los hechos y la propia Literatura. Toda una declaración de amor a la novela narrativa.

Es así como nace, en uno de los múltiples ejercicios de metanarración de los que nos ofrece Laurence Cossé, la librería La Buena Novela, en una calle céntrica de París. Sus protagonistas, Ivan y Francesca, desarrollan el proyecto desde cero, el primero con su experiencia como buen librero y esquivo amante y, la segunda, como mecenas dedicada completamente a la literatura, herencia directa de su abuelo.

Durante más de la mitad del libro es el desarrollo de este proyecto lo que los dos soñadores emprendedores narran al inspector Heffner de la policía francesa. Se trataba de una librería con un catálogo escogido por 8 miembros anónimos de un comité secreto que nadie conocería, ni siquiera entre ellos. Pero tras los sucesivos ataques en varios medios de comunicación e Internet, al fin han acabado atacando a 3 miembros del comité, sin saber cómo han podido descubrir su verdadera identidad.

Pero, como hemos indicado al principio, el suspense es una mera excusa de género para narrar el lanzamiento de un proyecto literario que ensalza, a lo largo de 58 capítulos, las virtudes de la narrativa, así como de autores y obras concretas desde los inicios de la imprenta hasta la primera década del siglo XXI. Se explica el proceso administrativo a duras penas, dedicando más líneas a la estrategia de promoción de la librería, tanto de forma tradicional, como aprovechando las oportunidades de la Red. Así como la relación de los propios libreros y ayudantes con los compradores, muchos de ellos escritores a su vez.

Como antagonistas tenemos en la base a detractores literarios, autores cuyas obras no han sido escogidas, o editoriales que no contienen ningún título avalado por este proyecto que cada vez consigue mayor alcance. Pero los verdaderos enemigos son los medios de comunicación, con los periodistas y columnistas como soldados más despiadados. Se presenta a la prensa como una maquinaria imparable de defensa de las empresas que la avalan, escudándose en falsos ideales y haciendo uso de la demagogia más fácil de difundir. En pocas ocasiones la prensa se muestra como defensora de un proyecto no esencialmente lucrativo, que prima el arte y el entretenimiento por encima de intereses económicos.

Pero no todo se centra en la propia librería, aunque sí gire en torno a ella. El amor entre todos los personajes que aparecen en la novela cobra mucha importancia. También es movida en ritmo gracias a pasajes literarios o a evocaciones de autores de prestigio. Si bien aquí sí tenemos todo tipo de romances. Los correspondidos y los rechazados. Los amores difíciles y complejos, o bien esos en los que los amantes se comprenden al instante y saben que deben pasar el resto de su tiempo juntos. Los romances basados en ideales, los realistas y los amores por conveniencia. No falta el romanticismo clásico y funesto, ni el moderno y sin barreras amor digital.

Se presenta así, al amor, como una fuerza que mueve a las personas. La literatura, como arte, se iguala en muchas ocasiones a su nivel, pero cuando se enfrentan, ésta sólo sirve como instrumento de acercamiento, o como excusa de rechazo, entre las dos o más personas entre quienes ha nacido un sentimiento de relación íntima.

Pero es en la obra en su globalidad donde la literatura alcanza un status superior. Con la constante variación de géneros literarios, con la evocación de todo el inabarcable pasado cultural que ha ofrecido este arte, o con la propia marea social que arrastra el nacimiento de una librería que la ensalza, la Literatura con mayúscula se presenta como el amante de brazos constantemente abiertos, dispuesto a recibir a todos los que le correspondan, y sin dudar de ofrecer sin tregua más y más razones (obras) por las que aumentar ese sentimiento.

Laurence Cossé construye una novela muy interesante, que apela a la calidad narrativa siendo consciente de que por ello se le va a exigir a su vez un alto nivel, al que llega cómodamente. Debe haber sido todo un placer para la autora escribir sobre algo que le gusta, que incluso llega a amar, pudiendo regodearse en su ensalzamiento contínuo, sin pecar de repetitiva en ningún momento. Justo cuando las bases de suspense se agotan, cuando los romances están planteados, cuando la buena literatura alcanza el altar que le corresponde, entonces Cossé da un giro a los acontecimientos, evoca nuevas posibilidades narrativas, deja cerradas todas las subtramas y completa una obra que ningún amante de la literatura debería obviar.

Lo mejor: La narración del proyecto y su compaginación con los romances evocados es perfecta. Se agradece una defensa de la literatura a este nivel y se nota el amor de la autora por lo que hace.

Lo peor: Se echa en falta mayores dosis de suspense que, si bien habrían restado credibilidad, podrían haber alargado la narración de forma inimaginable, sin llegar por ello a cansar.

Laurence Cossé

Sobre la autora:
Laurence Cossé nació en 1950, en Boulogne-Billancourt. Empezó su carrera profesional como periodista en Le Quotidien de Paris, y luego comenzó a trabajar en la cadena pública de radio France Culture, donde llegó a entrevistar a Andrei Tarkovsky, Jorge Luis Borges o Suzanne Lilar.

La mayoría de sus novelas han sido publicadas por Gallimard. Su obra más aclamada hasta la fecha es La Buena Novela (2009), que ha sido traducida a varios idiomas, y que está considerada una de las sátiras más certeras recientemente escritas sobre el mundo de las librerías y los libreros. Especialista en historias que retratan los oscuros recovecos del poder, es autora, asimismo, de las novelas Les chambres du Sud (1981), una novela poética, Le coin du voile (1996), ganadora del Prix du Jury Jean Giono ese mismo año, La femme du premier ministre (1998), donde Cossé se interna en el género de la novela histórica, Le Mobilier national (2001) y, más recientemente, Les amandes amères (2011).

Agradecimientos: Gracias a Impedimenta por facilitarnos la novela con la que poder hacer la reseña.

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