Si El Origen del Mal fuera un remake de El Exorcista, se le consideraría una buena revisión del clásico de terror, dado que sería una puesta al día de todas las relaciones sociales y religiosas de la película. El problema es que este film, llamado internacionalmente The Possession, no es una secuela oficial de El Exorcista, y es una pena porque así tendría mayor reconocimiento.
En El Origen del Mal estamos ante una familia de padres separados, algo corriente hoy en día, con dos hijas que dividen su estancia entre su madre (entre semana) y el padre (fines de semana).
Durante la custodia del padre, acuden a un mercadito cercano a su nueva casa y adquieren entre otras cosas una misteriosa caja. Hace un tiempo publicamos en Estrenos Cinema un reportaje en relación a esta caja y su repercusión real en algunos casos sucedidos en Estados Unidos. Os recomendamos revisar este reportaje.
La caja esconde un espíritu maligno caracterizado por poseer a niños. La niña pequeña se adueña de la caja y en poco tiempo, se produce la situación inversa, siendo la niña la poseída por el espíritu.
El Origen del Mal tiene ciertos aspectos criticables, como las subtramas de la nueva casa, el distanciamiento del padre o el deseo de un final feliz para todos, que ni convienen a la película ni son necesarias. Quizás sobre el papel tendrían sentido, pero dado el buen acabado del conjunto, estas cosas se tornan innecesarias.
La principal protagonista, Natasha Calis, la hija pequeña, se convierte en poco tiempo en una especia de niña del infierno, con una de las mejores interpretaciones de niños poseídos vista hasta la fecha. Realiza un desdoblamiento muy creíble entre su alma inocente y el malvado ser que habita en su interior. Para ello, los responsables de efectos especiales crean unas deformidades físicas que, junto a la escenografía aplicada, consiguen dar miedo, mucho miedo y, lo mejor de todo, consiguen ser creíbles.
Sus compañeros de reparto se dividen entre su madre, Kyra Sedgwick, que pasa sin pena ni gloria, y su hermana mayor, Madison Danielle Davenport (también cantante), que por limitaciones del guión, aparece cada vez más desdibujada y ausente de la trama principal. Una pena porque la chica parece apuntar buenas maneras.
El peso de la película se reparte entonces entre la niña pequeña y su padre, un excelente Jeffrey Dean Morgan (cómo se parece este tío a Javier Bardem) y el rabino exorcista (Matthew Paul Miller, cantante y actor), que supone una puesta al día de los hombres religiosos y un mayor acercamiento a los nuevos espectadores de cine de terror. Se aleja del típico personaje anclado en el pasado religioso y de criterios conservadores, sin por ello traicionar sus verdaderas creencias.
A la buena interpretación y unos efectos especiales creíbles y realmente aterradores, sobre todo en lo referente al acto del exorcismo final, se les unen secuencias duras y frías, a las que no solemos estar acostumbrados, todas ellas personificadas por la pequeña poseída.
Por poner un par de ejemplos, la primera cena con el padre en el que ante una reprimenda la niña le clava ferozmente el tenedor a su progenitor no es algo que suela verse en ninguna película, ni siquiera de miedo.
Cuando a la pequeña le roba un compañero a modo de broma la caja en medio de una clase del colegio, ella reacciona abofeteándole como indica posteriormente su profesora “no fue un caso de pelea entre niños, fue un acto de violencia real”.
Por poner alguna pega al conjunto, El Origen del Mal tiene dos importantes desventajas. La primera es el entorno aislado y oscuro en el que por guión nos han querido enmarcar. El padre se muda a una solitaria zona residencial aún por construir. Esto nos da escenarios vacíos sin interactuación, en la que los implicados son muy pocos personajes. En lugar de aislamiento social lo que consigue es un vacío desacorde con el terror incipiente de la casa donde están. No notamos fragilidad por estar lejos de la ciudad, sino soledad por no poder compartir el terror con los vecinos, falta de otros entornos (sólo está la casa y solares alrededor) y una carencia enorme de nuevos escenarios. Hay que decir que esta sensación cesa en cuanto la niña vuelve a casa de su madre, donde hay más color en el metraje, una zona residencial viva y no parece que estemos en un escenario de teatro.
Pero la mayor pega que tiene el film es su falta de originalidad. Una niña es poseída y la exorcizan. Esto no es nuevo, lo hemos visto mil veces iniciado por la clásica El Exorcista ya mencionada. Al director Ole Bornedal no le queda más remedio que improvisar con unas formas que sí reconocemos originales y únicas hasta este momento, además de que consiguen un resultado estupendo. Pero la historia no aporta nada nuevo, lo que es una pena porque podría convertir a The Possession en todo un nuevo referente en el género de las posesiones.
Valoración: 8/10
Lo mejor: Natasha Calis es la mejor niña poseída de la historia. Los efectos especiales son creíbles.
Lo peor: Falta originalidad en la propuesta, a pesar de la nueva figura del rabino.
Alternativas: En terror de culto El Exorcista y La Profecía muestran a niños que se las traen. La película también recuerda mucho a La Huérfana, que bien podría ser el mismo caso enfocado desde otra perspectiva.
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me encanta esta pelicula es mi faviriti ☺ ☺ ☺ :*