Tobey Marshall (Aaron Paul) es un mecánico honrado y trabajador que vive en Mt. Kisco (Nueva York), un tranquilo barrio obrero en el que trabaja en el taller Marshall Motors con sus colegas. La reciente muerte de su padre le ha dejado con un montón de deudas, y le cuesta mucho llegar a fin de mes. Los fines de semana, Tobey y sus compañeros participan en carreras callejeras ilegales en las que el ganador se lleva un buen pellizco. Sin embargo, el verdadero interés está en el subidón de adrenalina que producen.
Cuando su viejo enemigo, el adinerado y pretencioso Dino Brewster (Dominic Cooper), aparece en su taller, Tobey se muestra reacio a él y a su propuesta de negocio. Pero Dino le ofrece una oportunidad de oro para construir el Mustang más rápido del mundo, además de un dinero providencial que podría salvar su taller, de modo que Tobey termina accediendo, si bien de mala gana. Tras terminar el Mustang y venderlo a un importante comerciante de coches a través de su bella y terca colega británica Julia Maddon (Imogen Poots), Tobey accede a participar en una carrera improvisada con su buen amigo y protegido, Pete (Harrison Gilbertson) y Dino. Pero cuando la carrera se vuelve mortal, Dino huye del lugar de los hechos, mientras que Tobey, víctima de la encerrona, acaba en la cárcel.
Dos años más tarde, Tobey sale de prisión, y mientras Dino ha estado disfrutando de su libertad y expandiendo su negocio al oeste, Tobey ha estado tramando su venganza. Su mejor apuesta consiste en ganarle en una carrera de alto riesgo conocida como De Leon, la Liga de Campeones de las carreras clandestinas, que se celebra una vez al año y a la que sólo están invitados algunos pilotos selectos, de los cuales el ganador se lleva todo el dinero. Sin embargo, para llegar a tiempo a la carrera, Tobey tiene que saltarse la libertad condicional y viajar de Nueva York a San Francisco en 48 horas.
Para colmo, Julia se le une en este viaje de costa a costa. Sin embargo, resulta ser una mujer de grandes recursos y no tan irritante como él imaginaba. Con la ayuda de su resuelto equipo, Tobey desafía lo imposible en esta apuesta repleta de acción, al mismo tiempo que su misión de venganza se convierte en una de redención. Y es que Dino es incapaz de comprender algo que la ética y la integridad de Tobey le dictan: que no se puede dejar a un hombre atrás… hay que volver siempre.
Need For Speed es un estreno de DreamWorks Pictures y Reliance Entertainment producido por Patrick O’Brien, John Gatins (candidato al Oscar® por El vuelo) y Mark Sourian (¡Menudo fenómeno!) y dirigido por Scott Waugh (Acto de valor).
La película está protagonizada por Aaron Paul (ganador de dos premios Emmy® por «Breaking Bad»), Dominic Cooper (Capitán América: El primer vengador), Imogen Poots (Noche de miedo), Ramon Rodriguez (Transformers: La venganza de los caídos), Rami Malek (La saga Crepúsculo: Amanecer – parte 2), Scott Mescudi (Noche de miedo), Dakota Johnson (Infiltrados en clase), Harrison Gilbertson (Accidents Happen) y Michael Keaton (Batman).
Need for Speed, basada en la franquicia de videojuegos de carreras homónima, reproduce el ansia de libertad y la emoción del juego en un entorno de acción real y logra transmitir toda la intensidad y la autenticidad a la pantalla.
Dar vida al juego
En 1994, EA Entertainment (una división de Electronic Arts) sacó a la venta The Need for Speed, un videojuego de carreras que convertía al jugador en un participante activo de una intensa y emocionante carrera callejera. El juego, muy aclamado por su autenticidad, se ganó a los fans con el atractivo de las exóticas carreras de coches y la oportunidad de experimentar el triunfo.
Fue el primero de una cadena de juegos cada vez más populares, que acabaron conformando la serie de carreras de más éxito en todo el mundo y una de las franquicias de videojuegos más vendidas de todos los tiempos: se ha traducido a 22 idiomas en 60 países y ha vendido más de 150 millones de unidades, lo que equivale a unos ingresos de más de 4.000 millones de dólares.
Cuando en EA Entertainment empezaron a plantearse por primera vez la posibilidad de llevar su emblemático juego a la gran pantalla, decidieron darle un enfoque proactivo y no esperar al guión perfecto. Hasta entonces les habían hecho varias propuestas, pero ninguna les había entusiasmado. Además, la mayoría de los videojuegos que se habían convertido en película no habían tenido éxito.
«Sabiendo el tipo de película queríamos hacer, nos pusimos a buscar expertos en la industria del cine que nos ayudaran a hacerla incluso mejor», explica el productor Patrick O’Brien. «Esta marca es muy importante para nosotros, así como sus fans, y teníamos claro que o lo hacíamos bien (y con los socios adecuados) o mejor no lo hacíamos.»
Se hacen películas por muchas razones distintas, pero Need for Speed surgió de la mejor razón posible: la pasión. El guionista John Gatins y su hermano y coguionista George tienen un taller en Van Nuys (California), donde restauran coches clásicos. Ambos son unos enamorados del mundo del motor desde su infancia, y cuando la compañía visitó su establecimiento para hablar sobre un posible guión, todos se entendieron al instante. En los hermanos Gatins, encontraron unas almas gemelas que hablaban su mismo idioma y que dominaban por igual el tema del motor como el de la cinematografía.
John Gatins declara: «Lo mejor del proceso de escritura del guión es que las repeticiones del videojuego no proporcionan mucho espacio narrativo, por lo que había margen para que George y yo llenáramos ese mundo con sus personajes».
Los hermanos Gatins acabaron creando un guión con una historia centrada en los personajes con un telón de fondo de gran cilindrada. EA Entertainment se asoció con DreamWorks cuando quedó claro que estaban interesados en hacer el mismo tipo de película, y juntos empezaron a centrarse en buscar un director que llevara el timón.
Todos estaban de acuerdo en que la clave para lograr una película de éxito radicaba en alguien que pudiera realizarla y contarla con un estilo único, visual, y un nombre que aparecía una y otra vez era el de Scott Waugh. Waugh acababa de dirigir Acto de valor, una de las películas de acción más realistas jamás rodadas sobre un pelotón de élite de los SEAL de la marina estadounidense, que ocuparon muchos de los papeles principales en la película.
Según el productor Mark Sourian, «Scott es un verdadero apasionado de los coches y, puesto que empezó como extra, sabíamos que podía aportar nervio y autenticidad a la película y transmitir el suspense que requerían las secuencias automovilísticas».
Waugh también quería rendir homenaje a las grandes películas de coches de los años 60 y 70, haciendo una película en la línea de Bullitt (1968), Contra el imperio de la droga (1971) y Punto límite: Cero (1971), en la que las secuencias con coches eran auténticas y se rodaron sin efectos visuales. O como Grand Prix (1966) y El diablo sobre ruedas (1971), unas historias bien tramadas con personajes con los que el público se identificaba. Waugh pensaba que hoy en día se está perdiendo el arte de rodar escenas reales con especialistas, que están siendo sustituidas por los efectos especiales de la tecnología informática.
El director explica: «Captar las escenas de acción con la cámara tiene dos niveles. En primer lugar, a las personas nos salta una alarma innata cuando algo no es real, independientemente de lo logrado que esté. Y, a nivel visceral, sabes cuándo un actor está en un entorno real».
«Queríamos honrar la visión de Scott con una historia que se percibiera como real, y que en la película pasaran cosas que pudieran suceder de verdad», explica John Gatins. «El espectador no estará pensando: “Eso no lo puede hacer un coche”.»
Las caras detrás del volante
Para hacer una película sobre la fascinación estadounidense por la cultura del motor, era fundamental encontrar a un actor para el papel de Tobey Marshall que pudiera reflejar una época en la que todo era «molón» y auténtico… alguien como Steve McQueen. McQueen, estrella de películas como La gran evasión (1963) y La huida (1972), era la definición de molón personificada: atractivo, masculino, peligroso y adorable al mismo tiempo, rodaba él mismo las escenas peligrosas, y hoy día sigue siendo un icono cultural.
«Steve era una gran estrella de cine, pero también era piloto de carreras, y eso es algo que impregnaba su vida», dice Waugh. «Tenía un aire cool que no se puede definir, y nosotros queríamos encontrar a alguien que fuera la versión moderna de él.»
Tobey Marshall es un buen tipo que lleva una vida sencilla. Está centrado, es una persona de fiar y muy leal… el tipo de persona que considera a sus colegas del taller como su familia. Para Tobey, correr es algo más que una vía de escape del estrés del trabajo y una ayuda para pagar la hipoteca del taller: es un arte.
Aaron Paul era un actor que los cineastas habían tenido en mente desde el principio, pero para el papel del antagonista, Dino Brewster. Paul, conocido por su fascinante interpretación de Jesse Pinkman en la aclamada serie de televisión «Breaking Bad», era una opción clara para interpretar a un villano como Dino. Aunque Waugh estaba convencido de que Paul tenía que ser Tobey, existía el riesgo de que al público le resultara extraño por su trabajo en «Breaking Bad». Entonces, el presidente de DreamWorks, Steven Spielberg, y su directora ejecutiva, Stacey Snider, vieron la audición de Paul grabada y resolvieron al instante que él tenía que interpretar a Tobey.
«Tobey tiene una buena imagen de la vida. Es un auténtico caballero», dice Aaron Paul. «Pero, después de “Breaking Bad”, puedo entender que no pensaran automáticamente en mí.»
Paul se unió al proyecto sin dudarlo, intrigado por lo que se comentaba de Steve McQueen pero entendiendo que se trataba de una referencia en cuanto al estilo de la película, y no a un modelo al que imitar.
«Scott quería hacer una película que recordara a las películas clásicas de coches, como Bullitt, con Steve McQueen: algo rudo y sincero, sin templarlo demasiado», dice Paul. «Como actor, esas ideas y aspiraciones me resultaban muy, muy emocionantes.»
Desafiando el criterio más obvio, los cineastas eligieron a Paul para el papel de Tobey, y, para el papel de Dino Brewster, el archienemigo de Tobey en las carreras y en la vida, estaban decididos a romper con el estereotipo del malo y a crear a un personaje más tridimensional.
Waugh lo explica así: «En una película, resulta fácil identificar a un tipo malo que se mesa el bigote, pero yo quería que nuestro villano fuera más complejo, que tuviera que hacer frente a decisiones difíciles y algún que otro conflicto moral».
Dino Brewster y Tobey se conocen desde hace muchos años. Dino, antiguo piloto de NASCAR, es arrogante, viste de manera impecable y conduce coches caros. Además, está saliendo con la exnovia de Tobey y hermanita de Pete, Anita (Dakota Johnson), lo cual, unido al hecho de que Tobey siempre ha sido mejor piloto que él, lo ha vuelto celoso y resentido.
«Es un tipo atormentado, extremadamente competitivo y probablemente tan buen piloto como Tobey», dice Cooper. «Pero, a diferencia de él, Dino viene de un entorno privilegiado, ha tenido más suerte en la vida. Pero está obsesionado con el éxito y el dinero, y eso le lleva a un estado de locura.»
Cooper añade: «Lo mejor es que Scott conoce a tipos como Dino de cuando él corría, así que confié en él en cuanto a lo lejos que podíamos llegar con este personaje».
Los chicos que trabajan con Tobey en Marshall Motors son como sus hermanos. Cuidan unos de otros, y comparten los mismos valores de integridad y deportividad, como hombres y como pilotos. Cuando se dan cuenta de que el taller de Tobey está en peligro, todos le ayudan a montar el Mustang de Dino y se unen al viaje hasta De Leon cuando Tobey los necesita, escapando de las autoridades y derrotando a nuevos adversarios por el camino.
Para los hombres de Tobey, los cineastas buscaban una mezcla de caras conocidas y nuevas, y esperaban que los actores que eligieran se hicieran amigos fuera de la pantalla, para que esa camaradería se reflejara de forma natural y creíble en el rodaje.
«No puedes obligar a la gente a que congenie, así que hemos tenido mucha suerte con estos chicos», explica Waugh. «Lo hacían todo juntos, y se convirtieron espontáneamente en el equipo de Marshall Motors, tal y como habíamos deseado.»
Ramon Rodriguez fue elegido para interpretar a Joe Peck, el mecánico jefe de Tobey en Marshall Motors. Joe, el alma del grupo, es un manitas que instala motores y que se toma su trabajo muy en serio. Rami Malek interpreta a Finn, el único de los mecánicos de Marshall Motors con estudios universitarios, que es a la vez el más despreocupado del grupo y un as de la tecnología.
Scott Mescudi es Benny, un alegre y chistoso vendedor de coches en el taller y un piloto militar reservista los fines de semana. Mescudi ha aparecido en series de televisión como «Brooklyn Nine-Nine» y «One Tree Hill», y como en el mundo de la música ha trabajado con artistas como Kanye West, Jay-Z, Common, Mary J. Blige y Shakira, y ha vendido más de 5,2 millones de copias de sus singles digitales.
«Tuve de suerte de no conocerlo antes de la audición», dice Waugh. «Lo cogí porque era Scott Mescudi, un tipo divertido con mucho carisma.»
Y Mescudi lo prefiere así. Actuar sobre los escenarios como músico lo ha convertido en un mejor actor y le ha dado seguridad ante la cámara, aunque él diferencia muy bien ambas facetas.
El actor australiano Harrison Gilbertson fue elegido para el desafortunado personaje de Pete, el hermano menor de Anita, que considera a Tobey como un hermano mayor.
Imogen Poots da vida a Julia Maddon, una estirada inglesa que trabaja para un gran vendedor de coches y con un impresionante conocimiento del negocio. El papel fue bastante complicado de adjudicar, porque gran parte de la película se centra en el viaje de Tobey y Julia en el Mustang. Como no había muchos efectos en los que escudarse, los dos actores tenían que tener las suficientes tablas y química entre ellos como para mantener al público pendiente. Por suerte, Poots ya había trabajado antes con Aaron Paul, por lo que confiaban el uno en el otro y se sentían suficientemente cómodos como para desinibirse con sus acciones y emociones.
Respecto a Poots, Paul afirma: «Tiene mucho talento, y de pronto mezcla comentarios jocosos con otros muy profundos. Si alguna vez tienes la oportunidad de subirte a un coche con Imogen Poots, hazlo».
Cuando hubo que elegir a un actor para dar voz al semi-incorpóreo Monarch, los cineastas buscaban a alguien muy concreto. Necesitaban a un actor que pudiera ser el alma de una carrera callejera, parecido a las voces del Hombre Lobo de American Graffiti (1973) y de Super Soul en Punto límite: Cero (1971). Monarch, un antiguo corredor convertido en multimillonario y organizador de la carrera clandestina De Leon, se opone rotundamente a cualquier tipo de carrera oficial, y sólo se le puede ver a través de Internet y desde una ubicación desconocida. Él decide quién participa en De Leon y cuándo y dónde se celebra.
«Queríamos a alguien que pudiera transmitir la excentricidad de corredores de la vieja escuela como Richard Petty, Dale Earnhardt Jr. y Cale Yarborough… tipos tremendamente carismáticos pero muy extravagantes al mismo tiempo», dice Waugh. «Por suerte, Michael Keaton estuvo encantado de participar, y aportó al papel matices que nunca habría imaginado.»
Sourian añade: «Este papel recuerda al de algunos personajes extravagantes que interpretó al principio de su carrera, pero que lleva tiempo sin interpretar. Tuvimos una enorme suerte de contar con él».
La necesidad de muscle cars y superdeportivos
Pero los requisitos de Need for Speed iban más allá de elegir a los actores principales. Los cineastas tenían que buscar y localizar coches que transmitieran la imagen, actitud y rendimiento necesarios en la pantalla.
Durante décadas, los coches han sido una parte fundamental de la cultura americana. Hay un fuerte vínculo entre los conductores y sus vehículos, y los coches suelen verse como una extensión de la propia persona, algo que la representa.
«Cuando eres adolescente, no te defines por cuándo puedes votar, sino por cuándo puedes conducir», explica Waugh.
Al final, se eligió una variedad de muscle cars clásicos de los 70 y de caros superdeportivos europeos. La película empieza en Mt. Kisco (Nueva York), un barrio obrero con personas muy trabajadoras y con una cultura que se ha inclinado siempre hacia los muscle cars, y donde muchos superdeportivos se conocen gracias a los videojuegos.
«Tanto si te gustan los muscle cars, como los superdeportivos o cualquier cosa entre medias, esta película hará las delicias de los fans de Need for Speed», afirma O’Brien.
El Ford Mustang que Tobey y Julia conducen de camino a De Leon fue elegido como el coche del héroe de la película. Este auto creado en 1964, símbolo de libertad, romance en Estados Unidos, hizo nacer el movimiento de los muscle cars americanos y acabó por convertirse en un icono en el mundo entero.
Cuando en Ford Motors oyeron hablar de la película y del peso del Mustang en la historia, estuvieron encantados de colaborar. La empresa trabajó con el equipo de producción para diseñar un Mustang especial para la película inspirado en el Shelby GT500 de 2013. Caroll Shelby, un legendario piloto americano convertido en diseñador de coches que creó el Mustang de alto rendimiento para Ford en 1965, estaba trabajando en una edición especial para el 50 aniversario del coche cuando falleció en 2012.
A Ford Motors le interesaba mucho el concepto, y colaboró con los cineastas en el diseño de un coche que esperaban que fuese parecido al que Shelby tenía en mente. Ambas partes querían respetar la visión que Shelby podría haber tenido pero sin que pareciera demasiado futurista, y respetaron dos de los elementos más emblemáticos de su diseño, las rayas azules y el cromado.
En palabras de Waugh: «El que quería un Mustang, siempre quería el Shelby, porque era un coche alucinante».
La carrocería fue adaptada por el famoso diseñador de la Ford Melvin Betancourt, y montada por Techno Sports en Detroit. Algunos de los cambios que se hicieron en el Mustang de Need for Speed fueron: un cuerpo más ancho, unas llantas de aleación de 20 pulgadas (para facilitar las escenas de acción a los especialistas) y un motor V8 capaz de ir a 300 kilómetros por hora. El salpicadero se adaptó para poder colocar un iPad que Tobey usaría para comunicarse con su equipo y para vigilar a Monarch, y los futuristas retrovisores laterales se convirtieron en cámaras.
Al final se construyeron siete Mustang diferentes, cada uno pensado para protagonizar escenas específicas, desde las más estéticas a las de acción, pasando por un modelo que podía ser levantado y quedar suspendido en el aire por un helicóptero.
Además del Mustang, otros muscle cars americanos emblemáticos que aparecen en la película son el Ford Gran Torino del 69, el Chevy Camaro del 68 y el Pontiac GTO del 66.
Son elementos clave de la película, tanto en la decisiva la carrera entre Tobey, Dino y Pete como el clímax en la carrera De Leon son los superdeportivos europeos. Entre ellos se encuentran el Koenigsegg Agera R, un Lamborghini Sesto Elemento, un GTA Spano, un Bugatti Veyron y un McLaren P-1, modelos que aparecen en los videojuegos, así como un Saleen S-7.
Para el rodaje también hicieron falta varios coches de cada modelo, cada uno para un propósito específico, y cada uno de ellos adaptado para poder instalar plataformas con cámaras. Pero debido a sus desorbitados precios (más de 1 millón de dólares por coche) y al hecho de que no se podían poner en situaciones en las que pudieran resultar dañados, hubo que construirlos.
«En el mundo hay muy pocos superdeportivos, y casan mal con las cámaras», explica Waugh. «No puedes ponerte a taladrar el lateral de un coche de 2,5 millones de dólares… son obras de arte, eso es algo que a la gente se le olvida. Por eso hay que reproducirlos, para poder destrozarlos en un momento dado y que el original siga intacto.»
Por suerte, a los fabricantes les entusiasmó la idea de participar en el proyecto y compartieron especificaciones de CAD confidenciales con Reel Industries, de Los Ángeles, que creó 15 chasis y cubiertas de fibra de vidrio para cada marca y modelo, y que luego pudieran reemplazarse.
El Koenigsegg, el Bugatti y el McLaren tenían una distancia entre ruedas de 105 pulgadas, el Lamborghini de 101 pulgadas, y el Spano de 100; para el Koenigsegg, un biplaza con un motor central de alto rendimiento que podía alcanzar una velocidad de más de 400 km/h, hicieron falta 10 coches.
También se utilizaron en el rodaje principal tres coches equipados con cámaras para rodar algunas escenas especiales que el guión requería, concretamente un Mercedes Benz con un brazo telescópico de 7,32 metros, un Porsche Cayenne empleado para remolcar o empujar los coches figurantes y un Mustang un supermotor Saleen.
El compañero del Mustang de Tobey en la película, La Bestia, está pilotado por Joe Peck (Rodriquez) y Finn (Malek) en el viaje de costa a costa. La Bestia, junto con el helicóptero pilotado por Benny (Mescudi), son los ojos y los oídos de Tobey conforme corre hacia la línea de salida de la carrera De Leon. El coordinador de vehículos figurantes Steve Mann y su equipo lo construyeron a partir de una camioneta Ford F-450, que elevaron 18 centímetros y a la que añadieron unas ruedas gigantes de 37 pulgadas, una caja utilitaria y unos parachoques delanteros y traseros nuevos.
Mann y su equipo de mecánicos tuvieron que restaurar varios vehículos antes y durante el rodaje en espacios de tiempo muy cortos cuando éstos resultaban dañados. Lo mismo estaban arreglando el Gran Torino de Tobey de arriba a abajo como desguazando un GTO destrozado y colocándolo en otro chasis.
«Es increíble lo que estos tíos pueden hacer», dice Mann, «son unos grandes mecánicos que se alimentan de adrenalina y que se crecen con la presión».
También se usaron durante el rodaje unas réplicas de los coches de carreras diseñadas para que los actores se sentaran al volante e interpretaran sus diálogos mientras un especialista conducía desde fuera. El asiento y los controles del conductor especialista se alojaban en una cabina montada fuera de la carrocería del coche que situaba al especialista por detrás y por encima del actor. Estas cabinas de control estaban conducidas por famosos pilotos de precisión, como Tanner Foust, el conductor de más éxito en la historia de los X Games, que tiene el récord por el salto más largo en coche, y Rhys Millen, campeón de Fórmula Drift y dos veces récord de velocidad. A ellos se les unieron pilotos profesionales de alto rendimiento como Rich Rutherford, Tony Brakohiapa, Brent Fletcher y Paul Dallenbach. Los seis pilotos condujeron también los superdeportivos en la De Leon.
Según Foust, que pilota coches para Ford y Rock Star y que presenta el programa de televisión «Top Gear USA», «esas cabinas dan miedo, porque tienes un coche muy rápido con una cabina montada encima, así que es como atarte al portaesquíes de un coche deportivo y conducirlo desde esa posición».
Y prosigue: «Llevar el volante tiene su miga también, sobre todo cuando estás pegado puerta con puerta con un montón de coches más a 160 kilómetros por hora y vas acompañado de un actor dentro del coche. Hay mucha presión.»
Pero los actores también pasaron miedo, aunque a otro nivel, ya que iban en unos coches que alcanzaban grandes velocidades pero con alguien sentado detrás de ellos conduciendo.
Cooper explica: «Al principio estaba aterrorizado, sobre todo cuando eres alguien a quien le gusta conducir, como a mí. En la primera vuelta iba pisando el pedal de freno por puro instinto, esperando que funcionara, pero no servía de nada. De todas formas, sabes que el que controla el coche es mil veces mejor conductor que tú, así que al final te sueltas y confías».